Mbappé presencia en primera fila el gol de Jules Koundé en la final de la Copa

Mbappé presencia en primera fila el gol de Jules Koundé en la final de la Copa EFE

Real Madrid

El señorío del Real Madrid brilla por su ausencia: provocaciones, insultos y agresiones

La diferencia entre la actitud del Barça y el club merengue, en cuanto a clase y valores, fue sideral en la final de la Copa del Rey de La Cartuja

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El Real Madrid es el club del señorío. O eso dice. La Copa del Rey tiene dueño y ese es el Barça, el equipo que afrontó la final alejándose de toda polémica y respetando al colectivo arbitral. La institución blanca, todo lo contrario.

De Burgos Bengoetxea y Pablo González Fuertes, ayudante del VAR, se quejaron por los vídeos de Real Madrid TV. Y el Madrid lo aprovechó para condicionar la final, sabiendo que, sobre el terreno de juego, es inferior al Barça.

El Madrid, en cólera

Patadas, agresiones e insultos. El Real Madrid usó todas sus armas. Prueba de ello es ya el antiguo comunicado contra los árbitros que envió a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) con copia al Consejo Superior de Deportes (CSD). Los ataques continuaron en La Cartuja. Dani Carvajal fue uno de los autores.

El lateral español, que vio el partido desde la grada, detrás de los banquillos, al estar lesionado, arremetió contra el árbitro principal por señalar una falta, en la prórroga, a favor del Barça. Éric García cayó al suelo. Kylian Mbappé fue el infractor.

Carvajal, fuera de quicio, empezó a gritas a De Burgos Bengoetxea que era un "hijo de puta" y un "cagao". Fueron las cámaras de Movistar las que detectaron la escena. El carrilero diestro también llamó "caradura" al colegiado, a quien acusó de tener un criterio diferente.

Un sinfín de patadas

Sin embargo, los que sufrieron las entradas más duras fueron los futbolistas del Barça. Aurelién Tchouameni, centrocampista defensivo del Madrid, terminó el partido sin ver la tarjeta roja, aunque lo más justo es que la hubiera visto en la primera mitad. Y fue el autor del segundo tanto merengue.

La entrada de Tchouameni sobre Dani Olmo en la final de la Copa

La entrada de Tchouameni sobre Dani Olmo en la final de la Copa REDES

El futbolista galo hizo una segada que casi acaba con la final de Dani Olmo. El mediapunta egarense recibió un balón de espaldas y no vio venir a un Tchouameni que se lanzó al suelo pillando el pie izquierdo de Olmo con las dos piernas. Era roja directa.

El agarrón de Ceballos

Dani Ceballos fue otro de los que se jugó la expulsión, pero se fue de rositas. Sin el balón en circulación, el interior del Madrid le dio un manotazo a Lamine Yamal en la cara, por el que no fue ni amonestado.

La agresión del jugador merengue no fue objeto de castigo. Por suerte, sí lo fue de la de Antonio Rudiger. El central alemán, quien ya ha pedido disculpas a través de redes sociales por su comportamiento, lanzó un cubito de hielo a De Burgos Bengoetxea.

La rabia de Rudiger

Luego, se quiso acercar a él con, a priori, muy malas intenciones. El banquillo merengue le contuvo, mientras Rudiger apretaba los dientes como gesto de rabia. La realidad es que no había sucedido nada como para ponerse así.

Entre el Barça y el Real Madrid, en señoría y valores, hubo una distancia sideral. Hansi Flick, en la previa, se puso del costado de los árbitros, asegurando que había que respetar su trabajo. En el terreno de juego, los azulgranas tampoco entraron en polémicas. Y si lo hicieron, no de la misma manera que su rival.

La poca clase de Belingham

Y es que Jude Bellingham, un futbolista conocido, a primera vista, por su clase y Fair Play, como Carlo Ancelotti, fue el único que no dio la mano a ningún jugador del Barça mientras hacían el pasillo de honor a los subcampeones.

Jude Bellingham no da la mano a los futbolistas del Barça

Jude Bellingham no da la mano a los futbolistas del Barça Esport3

El gesto estuvo feo, muy diferente al de los culés, que rindieron homenaje al Madrid por ponerles contra las cuerdas en La Cartuja. El clásico de la final de la Copa del Rey tuvo de todo. Remontadas, pero también provocaciones, agresiones e insultos. Y en ninguno de los casos los protagonistas fueron del Barça.