En todo clásico hay piques, rifirrafes y diversas acciones que sobrepasan la "intensidad" requerida. Lo que no debería verse nunca sobre un terreno de juego, sea en un Barça-Madrid o en el partido que sea, son agresiones. Este domingo, en la final de la Supercopa de España, tuvo lugar una fea acción que no fue castigada por el árbitro, ni tampoco por el VAR.
Un gesto propio de la frustración
A raíz seguramente de la frustración que producía la superioridad del FC Barcelona sobre el Real Madrid, Dani Ceballos se equivocó cuando el balón no estaba en juego y, al pasar Gavi por su lado, le tiró fuertemente del pelo. Una agresión en toda regla sin el esférico en disputa, que debería haber sido sancionada y documentada en el acta arbitral del encuentro.
El caso es que quedó impune, y el colegiado De Burgos Bengoetxea lo solucionó con una advertencia para ambos futbolistas. Porque Gavi, después de notar el tirón de pelo, reaccionó quitándose a Ceballos de encima y llamándole llorón. Así lo captaron las cámaras de Movistar Plus, en una secuencia en la que se puede ver cómo Vinicius entra en escena y se suma a las recriminaciones.
Por fortuna, Koundé y Lewandowski aparecieron apartando al brasileño y llevándose del lugar al de Los Palacios, con el objetivo de que no recibiese ninguna tarjeta amarilla. La jugada terminó con De Burgos amnistiando a Ceballos de sanción, tras una acción antideportiva que de haber entrado el VAR bien podría haberle costado la tarjeta roja por agresión. Y no sólo eso, sino también algunos partidos de castigo.
Los ecos de Ferran Torres y Savic
Cabe recordar que, hace apenas unos días, Ferran Torres y Savic fueron expulsados en el Atlético-Barça tras protagonizar una curiosa escena de lucha grecorromana sobre el césped del Civitas Metropolitano. El Comité de Competición, además, decidió castigar al jugador azulgrana con un partido extra de castigo.
Cierto es que la agresión de Ceballos no es del mismo nivel que la acción de Ferran Torres, pero igualmente resulta extraño que quede totalmente impune. Sobre todo con la cantidad de cámaras que hay sobre el césped, y que el VAR podría haber revisado para avisar al colegiado principal. En vez de ello, se tomó la escena como un lance más del juego, un pequeño rifirrafe sin importancia. Un gesto de frustración típico de quien no es capaz de reconducir una situación cada vez más adversa.