El Real Madrid también está en un proceso de renovación, pero los cambios son mucho menos traumáticos que en el Barça, condicionado por su precaria situación económica. Alaba, en defensa, y Vinicius, en ataque, simbolizan el gran cambio del Real Madrid. En el centro del campo, en cambio, casi nada cambia. Casemiro, Kroos y Modric suman y siguen.
El Barça, un equipo en construcción, todavía busca su identidad. Ronald Koeman no tiene clara la fórmula ideal. La suya, tal vez, no es la que le piden los puristas del estilo. Del adn azulgrana. Del Cruyffismo, en definitiva. El Madrid, en cambio, se siente más cómodo con muchos registros. Es un equipo más imprevisible. Curiosamente, su centro del campo es el mismo en los últimos años. En el Barça, en cambio, sigue Busquets y se consolida De Jong. Pero Gavi, un valor emergente de la cantera, jugó su primer clásico. Y lo hizo bien.
Orden y criterio
El Madrid siempre tuvo el partido donde quería. Aguantó las embestidas iniciales del Barça sin grandes sufrimientos. La clara ocasión de Dest, curiosamente, llegó en una contra. Pero fue el equipo de Ancelotti se sintió muy cómodo casi siempre y supo rentabilizar la velocidad de Vinicius, una pesadilla para Mingueza.
Casemiro, Kroos y Modric aportaban orden y criterio. En el Barça estuvo imperial Sergio Busquets, pero Frenkie de Jong no acaba de dar el salto cualitativo.
El método
Ancelotti tiene claro su plan. No es negociable. A Florentino Pérez no parece importarle mucho el método. Le preocupa más que jueguen las estrellas. En Barcelona, en cambio, Laporta presiona a Koeman para que juegue con el 4-3-3, como si De Jong y Gavi ofrecieran las mismas prestaciones que Xavi e Iniesta. Las comparaciones son odiosas, pero en el Camp Nou hay cosas sagradas.
El Barça, a falta de clase y una idea clara, tiró de orgullo. El Madrid fue más pragmático y leyó perfectamente los déficits del rival. Suficiente para ganar otro clásico en el Camp Nou.