Florentino Pérez no se ha podido quitar la espinita de Neymar Junior. El presidente del Real Madrid tenía como gran sueño que el talentoso brasileño del Santos llegara a triunfar algún día en el Santiago Bernabéu, pero el extremo escogió al Barça, algo que le dolió y que todavía no ha podido superar.

En los últimos dos años, el club blanco ya ha invertido 120 millones de euros en jóvenes talentos procedentes del Brasil. El último en hacerlo es Reinier Jesús, de 18 años, procedente del Flamengo. Se han pagado 30 millones de euros y hasta el mes de julio estará bajo las órdenes de Raúl González en el filial.

Reinier Jesus presentado como nuevo jugador del Madrid / Real Madrid

Reinier Jesus presentado como nuevo jugador del Madrid / Real Madrid

En verano de 2019 llegó Rodrygo Goes (18), del Santos. Se abonaron 45 millones de euros por el joven talento que empezó en Valdebebas pero que no tardó en dar el salto al primer equipo. Zinedine Zidane le empezó a dar minutos en la élite, aunque últimamente no confía tanto en la promesa.

Anteriormente, en verano de 2018, también se abonaron 45 millones de euros por Vinicius Junior (19), del Flamengo. Fue clave en los esquemas de Santiago Solari, pero la llegada del técnico galo y de se compañero brasileño, han provocado que sea un habitual del banquillo y su papel sea el de revulsivo.

El presidente Florentino Pérez sigue con la búsqueda del nuevo Neymar. Los tres jóvenes brasileños firmados son muy jóvenes, pero todavía están a años luz de la figura del PSG. Esta práctica no es nada nueva en el Santiago Bernabéu. En los últimos años hemos visto muchas operaciones semejantes.

Fracasos

En 2005, el objetivo era firmar al nuevo Ronaldinho, y el Real Madrid tiró la casa por la ventana (25 millones de euros por el 60 por ciento del jugador) por Robinho, de 21 años. La afición blanca puso todas las esperanzas en él y fue un auténtico fiasco. No pudo con la presión y su poca profesionalidad le jugó en su contra. En 2008 salió al Manchester City y Florentino recuperó la inversión: 43 kilos.

Más recientes son las operaciones con Lucas Silva. Lo firmaron por 13 millones en 2015 con 22 años y tras dos cesiones -Olympique de Marsella y Cruzeiro- quedó libre. Solamente disputó ocho partidos con los blancos y ni siquiera tuvo las oportunidades de demostrar el talento que había enseñado en Brasil.

Si hablamos de brasileños frustrados en Madrid, tenemos que destacar por encima de todos a Kaka, que llegó como Balón de Oro con 26 años. Pagaron 60 millones de euros -una cifra muy alta entonces- en verano de 2009, cuando también llegaron Benzema y Cristiano Ronaldo. El gran objetivo de Florentino era competir con el Barça y lograr la tan deseada Champions.

Cuatro temporadas después, regresó donde había triunfado, al Milan AC, y lo hizo dejando las arcas del club vacías, completamente gratis. Solamente ganó durante estos años una liga y una Copa del Rey siendo eclipsado por las excelentes actuaciones de los culés bajo las órdenes de Pep Guardiola.

Los casos de éxito

En la actual plantilla blanca podemos ver dos casos de éxito que sí que han triunfado en el Santiago Bernabéu. Uno de ellos está perdiendo importancia día tras días, pero el rendimiento dado es para aplaudir. Se trata de Marcelo, que llegó con 17 años en 2006 por siete millones de euros. Lleva 13 temporadas en el primer equipo, siendo una de las leyendas vivas del madridismo y con un palmarés envidiable.

Más discreto, pero igual de importante ha sido Casemiro en los últimos años. Llegó en 2013 con 20 años por seis kilos del Sao Paulo. Tras una cesión en Oporto lleva cinco cursos siendo titular en la medular blanca y siendo uno de los imprescindibles de Zidane en la actualidad.

Casemiro y Marcelo celebrando un gol del Real Madrid / EFE

Casemiro y Marcelo celebrando un gol del Real Madrid / EFE

Florentino Pérez ha invertido en los últimos 10 años más de 231 millones de euros en joven talento brasileño. De todos ellos, solo dos han sido casos de éxito mientras sigue buscando a la desesperada al nuevo Neymar Junior. El magnate madrileño no ha superado las calabazas del extremo y sigue insistiendo en invertir en Brasil.