Son muchas las condiciones para ser futbolista profesional; talento, esfuerzo, trabajo, un buen físico..., y también son muchos los gustos que comparten entre ellos; la música, los coches caros, las vacaciones en países exóticos con sus exóticas novias o la ropa de marca.
Sin embargo hay algo en lo que suelen pecar muchos de ellos, algo que adoran muchísimo, tal vez precisamente porque lo tienen como actividad "prohibida" o no está demasiado bien visto en su gremio: la fiesta. Es así, a los futbolistas les encanta la fiesta. Les alucina entrar por la puerta VIP, alardear de las mejores botellas y de compañía, tener un reservado para ellos solos más grande que el resto de la discoteca... En definitiva, son jóvenes y con dinero y es lo más normal del mundo.
No obstante, a veces algunos se equivocan respecto al momento y las formas que eligen para disfrutar de su noche de juerga. Lejanas quedan ya las famosas fiestas de Cristiano Ronaldo o las noches de movida madrileña de Marco Asensio, Theo Hernández y Dani Ceballos. En la plantilla actual del Real Madrid saben lo que es salir por todo lo alto.
Jugadores como Casemiro o Kroos también se han dejado ver más de la cuenta por los garitos nocturnos de la capital española. Además de Bale y James, asiduos allí donde se monte una buena fiesta. Y nunca está de más si tu amigo Neymar está por Madrid para, teóricamente, solucionar algún que otro tema legal, y te llama para salir a tomar algo "de tranquis". Nunca se sabe como puede acabar la noche.
Por si todo esto fuera poco, los más nuevos del vestuario tampoco ayudan en este sentido, más bien todo lo contrario. La dupla brasileña Vinícius - Rodrygo se está ganando una fama de fiesteros que puede acabar con la paciencia de más de uno.
Un vestuario dividido
Lo cierto es que este tipo de actos están destrozando al vestuario blanco, provocando un rún rún por parte de la prensa y de los aficionados que apuntan directamente al rendimiento de algunos jugadores. Como en cualquier trabajo, si los resultados son buenos, nadie dice nada, pero cuando las cosas no terminan de salir del todo bien cualquier acción fuera de lo normal tiene papeletas de ser criticada.
Si bien es cierto que el Madrid viene jugando mejor últimamente, el equipo tiene un problema con el gol: la pólvora está mojada. Y, precisamente, algunos de los señalados son de los que se han dejado ver por las discotecas madrileñas. Ello no gusta a un sector del vestuario más maduro, que quiere hacer grandes cosas este año. Y la situación se suma a las tensiones que se han generado por la titularidad en el centro del campo, donde Modric, Kroos y Casemiro pelean con un intocable Fede Valverde. Todo esto está propiciando que en el vestuario, dirigido por Zidane y Sergio Ramos, se hayan ido formando algunos clanes.
División de clanes
Los franceses o de habla francesa con Zidane al mando, Courtois, Areola, Varane, Mendy, Hazard y Benzema. El sector brasileño con Marcelo, Casemiro, el infiltrado Neymar, Militao, Vinícius y Rodrygo. Y el núcleo de españoles liderado por Ramos y con Carvajal, Isco, Asensio y Lucas Vázquez. Luego está el grupo formado por Modric, Kroos y Bale. Los tres habían estado muy unidos en el pasado, pero en estos momentos la relación no es tan fluida entre ellos.
Un vestuario que se ha transformado en una auténtica bomba y que noche tras noche, fiesta tras fiesta, lo están llevando al límite y puede dinamitar en cualquier momento. Al final tendrá que ser el de siempre, el presidente Florentino Pérez, el que consiga poner a todos de acuerdo y el que se encargue de poner orden de puertas para dentro.