Cada vez es más evidente que Gareth Bale no quiere continuar con su andadura dentro del Real Madrid. El fichaje más caro de la historia del club blanco –con permiso de Hazard- pide a gritos su despido y no será por falta de intentos en las últimas semanas.
Desde sus polémicas palabras durante la concentración con la selección galesa, hasta sus jueguecitos de niño pequeño con una botella en el banquillo de Mestalla, Bale no ha hecho más que demostrar su deseo de abandonar el Madrid más pronto que tarde.
Su protagonismo sobre el verde nunca ha sido el que se esperaba. Primero fue eclipsado por un Cristiano Ronaldo que se llevaba todos los galardones y que dejaba a Gareth en un continuo segundo plano.
Ahora, es Benzema quien se ha hecho con el mando de la delantera merengue y Bale sigue sin poder alcanzar el estrellato que tanto envidiaba de Cristiano. Por todo ello, y por su poco productiva relación con Zidane, es por lo que Bale tanto ansía marcharse.
Una salida con ventajas económicas
Sin Bale en la filas del conjunto blanco, el Madrid se ahorraría unos 30 millones de euros anuales en costes del jugador, cuyo salario actual rondaría los 16 millones de euros netos.
Además del gasto que supone mantener a un futbolista de su talla, el galés no hace más que desafiar la autoridad del club. Últimamente le ha tomado el gusto a reírse de la entidad blanca en su propia cara, tras alimentar una polémica que da visos de explotar en cualquier momento y de la manera más salvaje.
Que Bale declarara hace algunas semanas que sus prioridades son Gales, el golf y después el Real Madrid –en este orden-, no ha gustado nada a las altas esferas del club madridista. Tampoco a sus aficionados, quienes le regalaron insultos y abucheos en su primer partido en el Bernabéu, tras regresar de su cita internacional.
El último episodio del futbolista británico tuvo lugar en Mestalla, durante el duelo de Liga que enfrentaba al Valencia y al Real Madrid, el pasado fin de semana. Zidane dejó a Bale en el banquillo y no contento con su suplencia, el galés se puso a jugar con una botella de agua, lanzándola al aire e intentando que ésta cayera al suelo de pie.