El Real Madrid empató en su duelo del pasado domingo frente al Valencia en Mestalla, gracias a un tanto de Benzema en los últimos minutos de juego. La polémica respecto al uso del VAR fue lo que marcó la jornada liguera, después de que se perjudicara al Barça en Anoeta y se beneficiara al Madrid en el feudo valencianista.
No obstante, las decisiones arbitrales no fueron lo único destacado en el pasado fin de semana. En la casa blanca, los problemas con Gareth Bale siguen en aumento.
El galés se quedó en el banquillo para el duelo frente al conjunto che, donde el aburrimiento hizo mella en él y tuvo que inventarse un pasatiempo para poder sobrellevar su suplencia.
Bale va a la suya
Mientras sus compañeros trataban de seguir el encuentro, en el que los blancos fueron perdiendo hasta casi el último suspiro, Gareth Bale se dedicó a juguetear con una botella de agua. El galés la lanzaba al aire y trataba de hacer que quedara de pie una vez ésta se posara en el suelo, para tratar de superar el popular reto del Bottle Flip.
Un comportamiento más bien típico de un niño pequeño, del que tan harto está el presidente madridista, Florentino Pérez. Lo cierto es que Bale parece estar empeñado en desarrollar su papel de niño mimado de la mejor manera posible y hasta la fecha, no se le está dando nada mal.
Al juego se unió su compañero Militao, quien también parecía estarse aburriendo sobremanera y quien encontró el juego de la botella como la mejor vía de escape. Ninguno parecía tomarse en serio un partido en el que su propio equipo iba perdiendo y se pasaron largo rato matando el tiempo a su manera.
Mientras tanto, otros futbolistas como Casemiro, quien también compartía banquillo con Gareth Bale, hacía un sobresfuerzo para tratar de seguir el encuentro aún con las distracciones que le rodeaban. El brasileño estaba sentado entre Bale y Militao, y de buen grado se habría cambiado de asiento, en vistas de que los jueguecitos de sus dos compañeros le hacían imposible concentrarse en el encuentro.