El Real Madrid sigue su rumbo. El mismo que tenía cuando el técnico francés conquistó las tres Champions League consecutivas en su primera etapa como entrenador. Un rumbo sin norte, ni velocidad media que pone contra las cuerdas jornada tras jornada al equipo.

Ni con el mejor escenario posible enfrente, los blancos son incapaces de cerrar los partidos y brindar una tarde de tranquildad y buen fútbol al madridismo. Zidane y sus pupilos se han abonado al sufrimiento que genera la falta de juego, de acierto y, sobre todo, la fragilidad defensiva de un equipo que lidera Sergio Ramos y que sin él solo empeora.

Victoria holgada en el marcador (4-2) pero sufrida hasta el tanto final de James en el descuento. Ni los errores en la jornada anterior ante el Levante, con el mismo escenario de un 3-0 a favor, sirvieron para alertar a un Madrid que permitió que el Granada le recortara distancias en el luminoso con la incertidumbre correspondiente hasta el pitido final. Victoria y líderes, pero el choque ante los andaluces solo deja dos buenas noticias; los tres puntos y la confirmación de Fede Valverde como el verdadero centrocampista que necesita el Real Madrid.

Jugadorazo

De la victoria antes del parón se sacan muchas lecturas, pero solo una en clave positiva. La irrupción del canterano como apuesta real para una medular que vive de glorias pasadas y que ya no goza del físico y la autoridad táctica de antaño. Zidane apostó por su continuidad en el Bernabéu, no como con Ceballos o Marcos Llorente, y en su primera oportunidad como titular zanjó las dudas. 

Una foto de Fede Valvede durante el partido frente al Viktoria Plzen / EFE

Una foto de Fede Valvede durante el partido frente al Viktoria Plzen / EFE

Relegado al banquillo por decreto de sus intocables, Valverde dio un recital de 'mírame y no te menees' que dejó en evidencia a sus compañeros --durante 93 minutos de constante esfuerzo con y sin balón-- y a su propio entrenador quien apenas le ha dado oportunidades este curso. 

Mejor que los intocables

En total suma 262 minutos y una sola titularidad. Poco para un jugador que dejó en evidencia al pasado The Best, Luca Modric, a Casemiro, con quien compartió parcela ante el Granada o Toni Kross. La superioridad ofensiva llegó de sus botas y la protección defensiva de sus constantes recuperaciones tras pérdida. Presión, verticalidad y potencia en uno. Todo lo que se le pide y le falta a la medular de gala de temporadas atrás.

Ante el Atlético aprobó con notable y ante el Granada firmó su mejor partido desde que viste de blanco. Un carácter y una pasión que no es habitual en el centro del campo madridista. "Es un plus aportar lo que sé y siempre trato de aportar el máximo. Voy a correr siempre hasta que las piernas me revienten. Hoy jugamos un buen partido, el míster me da confianza y me siento tranquilo y contento", aseguró el uruguayo tras el choque.

Algo que deberá responder Zidane en sus alineaciones. De momento la falta de autoridad o de clarividencia es evidente. Que jueguen algunos por delante de Fede es inconcebible.