Thibaut Courtois, 40 millones de euros y un problema. La inversión y la apuesta de Florentino Pérez para el Real Madrid bajo palos no convence. Sus números están muy lejos del guardameta que se supone que debe defender los intereses de un conjunto que debe luchar por todos los títulos que disputa.
La preocupación en el palco del Santiago Bernabéu es un hecho irrefutable. El portero belga pasa por su peor momento anímico después que se viera obligado a abandonar el terreno de juego durante el encuentro ante el Brujas con el marcador de 0-2 en contra en el descanso.
Baja sensible
El motivo, mareos y problemas estomacales, que le impidieron continuar en el verde. Una ausencia que obligo a Zidane a perder un cambio de campo y a dar entrada a Areola, quien debutó bajo palos los segundos 45 minutos. Los blancos remontaron el encuentro y rascaron un punto vital in extremis, pero la situación es alarmante.
Desde entonces, el belga no ha podido ejercitarse con normalidad y ha sido baja ante el Granada este sábado. Una ausencia demasiado prolongada para unos vómitos y que, algunas fuentes, apuntan a que podría deberse a problemas anímicos dado su bajo rendimiento. La grada no le perdona algunos errores --aunque no sean exclusivamente suyos-- y la losa del precio que arrastra es demasiado.
La sombra de Keylor
Una situación a la que se suma el buen recuerdo que dejó Keylor Navas bajo palos hasta que se vio obligado a abandonar Concha Espina después de ser relegado por decreto a la suplencia. Courtois no entiende por qué está en el punto de mira cuando en algunas ocasiones se ha erigido como el salvador de una defensa que hace aguas.
Bien es cierto que otros tantos han sido errores clamorosos o falta de reflejos de un portero de primer nivel, pero no considera que se le esté tratando bien. Ante su malestar y los problemas digestivos, Zidane decidió protegerle ante una afición que se supone ser la suya pero cada vez es mas hostil.
Areola y Courtois en el calientamiento ante el Brujas / EFE
Areola, que jugó su segundo partido estuvo a la altura hasta que cometió el absurdo penalti que propició el 3-1 de Granada y el intento fallido de una remontada que no llegó. Los vómitos y el malestar son reales, pero Florentino tendrá que esconder la carencias deportivas de su apuesta y ahora también las psicológicas.