Sergio Ramos volvió a vivir, como ya es habitual cada vez que visita el Sánchez Pizjuán, una sonada pitada en cada ocasión que tocó el esférico o se vio envuelto en alguna polémica arbitral que no acabó con amonestación. Allí, en la que fue su casa durante dos temporadas (2003-05) antes de cambiar Sevilla por Madrid y donde dio sus primeros pasos como futbolista profesional.
El Real Madrid se rehizo del golpe sufrido en Champions League en el Parque de los Príncipes venciendo al Sevilla (0-1) y consiguiendo el coliderato con el Athletic Club. Una victoria por la mínima, en la que el camero fue protagonista por distintas acciones que podrían haberle mandado al vestuario antes de tiempo, al igual que a su compañero Dani Carvajal, y que enfurecieron todavía más a la afición sevillista.
Una dinámica que se mantiene desde hace ya más de una década cada vez que el central visita la capital andaluza. Fue un fichaje estrella para la defensa madridista, pero el sevillismo no le perdona su salida. Cada vez que regresa a su tierra natal, el recibimiento no puede ser más hostil.
La diferencia
Algo que contrasta notablemente con el trato que recibieron y reciben otras grandes figuras del panorama español como Dani Alves o Ivan Rakitic. El lateral y el centrocampista siempre reciben la ovación particular de la que fue su afición y ellos mismos también respetan al club que, consideran, les dio todo. De hecho, nunca han celebrado un gol en contra del Sevilla.
Una situación que incomoda al capitán y por la que habló públicamente tras finalizar el encuentro que, además, supuso su victoria número 400 desde que es jugador madridista. Cuestionado por el trato que recibe, Ramos quiso conciliarse con la que fuera su afición tiempo atrás: "“Por mucho que intente cambiar hay gente que no lo entiende, según pase el tiempo espero que se olvide porque nunca he hecho nada para ofender y si así lo entienden, mis disculpas”, comentó Sergio Ramos al acabar el encuentro.
Una foto de Sergio Ramos desafiando al Sánchez Pizjuán / Twitter
Unas declaraciones que ya ha efectuado con anterioridad pero que no parecen convencer a una afición que no le perdona su salida ni tampoco los tantos celebrados ante el Sevilla, como la temporada 2016-17 cuando anotó de penalti --que lanzó a lo Panenka-- y lo celebró mirando a la grada norte, la de los Biris, desafiante. El camero se cuestiona el por qué, pero precisamente sea por esos motivos que parece haber olvidado.