El Real Madrid firmó ante el PSG uno de los bochornos más sonados de la historia de la Champions League. Casi incluso peor que la eliminación ante el Ajax. Y es que, ante un rival aparentmente inferior, los blancos fueron vapuleados por un equipo hecho a golpe de talonario, sin experiencia de peso en Europa y sin su tridente titular. Neymar y Mbappé se lo pasaron en grande en el palco viendo como Di María se tomaba su revancha particular contra los blancos.
Ridículo por la derrota y sobre todo por las formas. Ni un disparo entre los tres palos que defendía el exmadridista Keylor Navas en 90 minutos y otro partido encajando uno o más goles. Zinedine Zidane se mostró muy crítico en la rueda de prensa posterior al encuentro: "Nos ha faltado de todo". Una frase que se repite en el madridismo y que ya espetó Casemiro en el empate ante el Villarreal a pie de campo.
A este Madrid le falta todo, y tampoco tiene banquillo para cambiar la situación. El técnico galo se estrenó en Champions con la BBH, pero ni rastro de ella. Y, para cambiar el rumbo del partido recurrió a Lucas Vázquez, un jugador de inmenso sacrificio colectivo, pero con carencias técnicas muy destacables.
La excusa perfecta
El gallego firmó 20 minutos en total sintonía con el resto del equipo: penosos. Entró por Hazard, para cambiar el sistema a un 4-4-2 y evitar una goleada mayor pero la apuesta del técnico francés solo avivó más la crispación. Vázquez fue casi un intocable Solari por su entrega en el juego, pero el madridismo quiere chispa y goles en la delantera. Estrellas que les levanten de sus asientos. Volvió a recurrir al canterano y su salida fue la gota que colmó el vaso.
Las redes atizaron a Zidane por la decisión y Lucas tampoco correspondió a la confianza. ¿En qué estaba pensando cuando se interpuso en el gol de Benzema?
El gallego fue objeto de miles de críticas que rebotaron en el técnico francés. Zidane no es intocable, y sus decisiones tampoco le avalan. No tiene banquillo, pero tampoco tiene equipo titular. Y con el enfado monumental que lleva el madridismo, muchos empezaron a pedir su cabeza.
La afición blanca empieza a perder la fe en el técnico de las tres Champions League. Su gestión no es la de antaño y en aquellos en los que confiaba tampoco son los mismos de hace dos temporadas.