Zinedine Zidane volvió como revulsivo y reactivador de un vestuario abatido sin ningún objetivo a principios de abril. Se fue por la puerta grande, volvió por la misma y de momento aún tiene crédito a la espera de ver qué ocurre la temporada que viene. Florentino Pérez recurrió a él para que dirigiera de primera mano y desde dentro la remodelación del vestuario blanco para la temporada que viene, pero el equipo no ha levantado cabeza.
Ni la figura ni el ejemplo que es y supone los jugadores del equipo madridista ha hecho efecto. Diez jornadas de Liga para recuperar sensaciones, revertir la situación, reactivar a leyendas en caída picada y sobre todo maquillar el fin de temporada. Nada de nada. La única explicación que se entiende a su retorno es la necesidad de ver en primera persona quienes son los salvables y quienes ya no dan de más. El resto juega en su contra.
No solo por el desgaste mental que ha supuesto vivir este nefasto fin de temporada, sino porque ha empeorado las estadísticas que hasta ahora ostentaba el equipo. La temporada se cerró, por fin para muchos, ante un Betis que humilló al Madrid en su estadio. Terminaron a 19 puntos del Barça, que podrían haber sido 21 de ganar en Eibar, para cerrar una temporada para olvidar. En blanco y humillados.
De mal en peor
Las cifras apuntan a que los entrenadores que han pasado por el banquillo blanco --Lopetegui, Solari y finalmente Zidane-- deben asumir sus respectivas responsabilidades, pero vienen siendo, visto en perspectiva, cada vez menos. Ha sido algo colectivo. Una falta de reacción, ambición y motivación general que de los futbolistas que ha condenado a dos técnicos y que podría acabar con la paciencia de Zidane si la temporada que viene se empieza con la misma dinámica.
Zinedine Zidane en el banquillo del Santiago Bernabéu en el duelo frente al Real Betis / EFE
De hecho, Zidane ni su discurso claro --quien no dé la talla no sigue-- ha servido para recuperar a emblemas madridistas. Tampoco para ganar. Lopetegui implantó un juego de toque y posesión muy similar al de la selección española que no triunfó en Chamartín. Fulminado después del 5-1 del Camp Nou se despidió con seis triunfos, seis derrotas y dos empates. Un 40% de los partidos ganados. Solari mejoró, pero de nuevo el Barça le condenó a la guillotina. Se topó con los azulgranas en Copa del Rey a doble partido y adiós muy buenas, pese haber descubierto a varios jugadores y haber tenido la valentía de sentar a pesos pesados que estaban muy lejos de su nivel.
Se fue con 18 victorias, ocho derrotas y dos empates. Un 70% de los partidos disputados tuvieron resultados positivos, aunque no sensaciones. Zidane con menos margen, tan solo diez partidos, está más cerca de Lopetegui que de Solari. Un 45% de efectividad en la victoria. Cinco ganados, cuatro perdidos dos empatados y un juego peor que el del técnico español y argentino. Las estadísticas pueden ser engañosas, pero Zidane tiene trabajo por hacer.