Con la mente puesta en el julio que se viene. Así está el Real Madrid, que ya ha adelantado sus vacaciones de verano. De hecho, lo hizo hace semanas cuando cayó en Champions y se dio por vencido en la Liga, pero a falta de dos jornadas para el final y tras el regreso de Zinedine Zidane, ni la flor del francés ni la necesidad de los jugadores de reivindicarse ha hecho efecto en un equipo que solo quiere oír el pitido final de los partidos y ansía escuchar el de fin de temporada.
Llegó la expedición madridista a San Sebastián sin Bale y Ceballos, sentenciados, y Zidane sorprendió con su once. Dejó sentados a Modric y Vinicius y dio continuidad a Brahim en la delantera junto a Benzema y Asensio. Un tridente de futuro que contagió y arrastró al equipo al ataque. Los blancos salieron dispuestos a maquillar su mala imagen, pero ni las piernas ni la mente les dan para más de 15 minutos.
La presión hizo efecto en una Real dubitativa en los primeros minutos que sin posesión alguna dejó sacar a relucir la magia de Brahim. Escorado en la banda izquierda arrancó para zafarse de varios rivales y batir a Rulli a los cinco minutos de encuentro.
Sin rendición
Todo fue un mero espejismo. Brahim se estrenó en su casillero particular de blanco, pero el tanto no ablandó a una Real que apenas había propuesto juego alguno. Se rehizo con el paso de los minutos del gol en contra y advirtió a Courtois. Tuvo que intervenir el belga en varias ocasiones, pero el tanto se veía llegar en Anoeta.
Llegó en el 20, anulado por fuera de juego, pero no se hizo esperar. En el 25 Mikel Merino empató el encuentro tras una jugada que dejó noqueados a los blancos, incapaces de arrebatar el esférico a los locales.
Una foto de Mikel Merino celebrando su gol al Real Madrid / EFE
De cero
El partido empezó de cero. Con la Real soñando con esa séptima plaza y queriendo despedir la temporada ante su público y el Madrid descolocado. Los vascos se hicieron con el esférico y encontraron los puntos débiles del conjunto de Zidane. De nuevo, los mismos. Marcelo estuvo superado constantemente, Vallejo desubicado y la medular sin capacidad ni reacción de contener ni de generar.
De hecho, tan descolocado estaba Vallejo que acabó expulsado tras evitar el segundo tanto realista con la mano. Una oportunidad que desaprovecharon los locales. Courtois, por fin, detuvo un penalti.
En caída libre
Se reanudó el encuentro y el Madrid desapareció por completo. La Real se hizo con la totalidad del encuentro. Posesión, asociación y mucha velocidad ante un Madrid que con diez sufrió más de la cuenta. Zidane recurrió a los galones de Modric, pero tampoco tuvo efecto inmediato. Zaldua puso el 2-1 en el luminoso tras dejar atrás a un Marcelo dormido.
Empezó entonces la fiesta realista. Ninguno de los blancos creyó en la remontada y la Real pudo jugar a placer sin olvidar la portería contraria que buscó con ahinco. Y si la fiesta de despedida de la temporada era prometedora llegó la guinda con el tanto de Barrenetxea. El joven delantero, que se estrenó en Primera División con 17 años ante el Madrid, recogió el remate de Oyarzabal para batir a Courtois y poner el definitivo 3-1 en el 67.
Una foto de Casemiro tras el gol de la Real Sociedad / EFE
Zidane volvió a tirar de banquillo. A Lucas, que había entrado minutos antes, ni se le vio, y tan solo Vinicius jugó su partido. Siempre dispuesto a desbordar y demostrar algo de descaro en un Madrid sin garra. Nadie quiere saber nada de esta temporada. Si Vallejo se auto expulsó, también se borró de la despedida en el Bernabéu frente al Betis del próximo sábado. Quinta amarilla y hasta la temporada que viene. Un escenario que visto lo visto desea más de uno en el vestuario blanco.
Zidane tiene trabajo que hacer. Este Madrid es una pesadilla que nunca termina del que se aprovechó una Real más ambiciosa y necesitada. El fin está cerca: 90 minutos y tres meses de mercado de verano.