Gareth Bale está sentenciado en el Real Madrid. Todo el mundo lo sabe, exceptuando al propio jugador que sigue obsesionado en seguir de blanco, pero nadie nunca imaginó que las cosas se pondrían tan feas. El discurso de Zidane parece claro. Si no lo entiende será el galo quien le aclare las ideas.
No lo quiere ver ni en pintura ni tan solo en los 180 minutos que le quedan por disputar al Madrid esta temporada --este domingo ante la Real Sociedad y el sábado que viene ante el Betis-- y las medidas son drásticas. Desconvocado y a ver el partido desde su casa.
Se antojaba un final de temporada difícil, para convencer fuera de la capital --porque dentro lo tienen claro-- y revalorizarse pero visto su rendimiento prefieren que el extremo no continúe perdiendo credibilidad, ni cartel internacional.
Bale a lo suyo
Su venta será de por sí difícil. Se niega a salir y Florentino Pérez tiene preparadas sus amenazas y medidas en caso de que no ceda, pero la situación del galés es insostenible. Y con este escenario parece que Bale terminará su carrera de blanco sin tan siquiera despedirse de la afición que ya solo sabe silbarle.
Una foto de Gareth Bale durante un partido del Real Madrid / EFE
Su último encuentro fue ante el Rayo Vallecano el pasado 28 de abril. Un encuentro con el que sumó 231 con la elástica blanca. Zidane lo tiene claro, y si en rueda de prensa no quiso valorar las palabras del agente de Bale, que aseguró recientemente que el galés quiere seguir, ha optado por un mensaje más esclarecedor y directo.
Lo ha vuelto a dejar fuera de la convocatoria para viajar a San Sebastían por segunda vez consecutiva, tras descartarle también frente al Villarreal el fin de semana pasado. Un hombre de pocas palabras y muchos hechos que son lo único que tiene por decir Zidane a Gareth.