La situación de Gareth Bale es preocupante. Se agudiza jornada tras jornada y Zinedine Zidane parece no tener claro como aumentar el valor del galés en el mercado. Está totalmente desconectado. Probó ante el Celta de Vigo como titular, le colocó como revulsivo ante el Valencia, y volvió a recurrir a su velocidad de inicio ante el Eibar.
Tres pruebas distintas con guiones distintos y un mismo final: un suspenso agónico y lo que es peor, sin margen de error. El Santiago Bernabéu es la expresión de lo que se opina en el club sobre el futbolista. Su época en Chamartín se ha terminado. La afición no le perdona su falta de implicación, rendimiento e incidencia en el juego y le castigó con silbidos en cada error. El primero en el minuto tres tras un mal control y el segundo en el cinco tras fallar un mano a mano pese al previo fuera de juego.
La estrategia es difícil con el escenario que tiene el Real Madrid con siete jornadas para el final de temporada, pero Florentino Pérez tiene claro que hay jugadores a los que hay que revalorizar para sacar tajada. El problema es que con Bale no se sabe si es mejor sentarlo en el banquillo y venderlo por su nombre o dejarle que juegue y ahonde en su crisis particular. Zidane ya ha dejado claro que todavía no ha decidido quien sigue y quien no, pero está claro que en su silencio se esconde una realidad irrefutable. Bale tiene las maletas preparadas para salir cuanto antes de Concha Espina.
El problema
Zidane será sincero con los jugadores, pero con Bale hay otro problema. El galés no quiere salir del club. Tiene contrato el hasta 2022 y su ficha, que asciende a 12 millones de euros por temporada, son dos motivos de peso para no buscar otro destino. Pese a su falta de adaptación al país, el idioma y el vestuario, el golfista --tal y como le llaman-- no quiere perder esa comodidad que le ofrece vestir de blanco.
Una foto de Zinedine Zidane y Gareth Bale durante un entrenamiento del Real Madrid / EFE
Precisamente es esa comodidad que ha invadido al vestuario blanco de lo que se quiere deshacer Zinedine Zidane. Su agente ha movido ficha para conocer las intenciones de algunos clubs de la Premier League donde Manchester United y Chelsea estarían interesados en el extremo, pero el ariete no forzará una salida.
Amortizar la inversión
El problema es que Florentino Pérez, que siempre le ha defendido dada la inversión que realizó por él, quiere recuperar los 100 millones que se abonaron por su traspaso. Una cifra muy alejada de su rendimiento actual y que pocos equipos estarán dispuestos a pagar por un futbolista con un cartel dubitativo: muchas lesiones, poco compromiso y una falta de autoexigencia preocupante.
Bale lamenta una ocasión fallada con el Real Madrid / EFE
El trabajo será convencer a un jugador que conocerá las intenciones del club después de que Florentino y José Ángel Sánchez se reúnan con su agente. Bale es el primer señalado y el primer dorsal disponible que quiere recuperar Florentino en su plan renove de verano, pero Bale no está por la labor.