Zinedine Zidane ya se ha puesto manos a la obra. Este martes es su primer día en Valdebebas, en su segunda etapa como entrenado del Real Madrid, y aunque tiene tiempo, también tiene mucho por hacer.
De todas las condiciones que impuso a Florentino Pérez para dar el sí definitivo a su regreso, el galo pidió total libertad para gestionar el vestuario y la remodelación de la plantilla. Una misión que no será fácil y que se decidirá en estos próximos tres meses antes de concluir la temporada y analizar la reacción de los jugadores blancos. Mientras Zidane estudia cómo Isco, Marcelo y Bale responden a su regreso, así como otros como Dani Ceballos o algunos canteranos, hay un decisión que ya tiene tomada: reducir el poder que tiene Sergio Ramos en el equipo y en el club.
Sus galones como veterano son necesarios para liderar a un grupo como el equipo blanco, pero tras 14 años en el primer equipo su autoridad supera límites impensables. Es algo que en Chamartín se sabe y se reconoce y que ya ha causado en otras ocasiones problemas internos en el vestuario, pero que la figura del capitán supere a la del presidente es algo que Florentino quiere erradicar a través del francés.
Enfrentamientos públicos
Un claro ejemplo de su preponderancia fue el desencuentro que se vivió entre presidente y capitán en el vestuario blanco tras la eliminación de la Champions. El capitán no tuvo reparos para alzar la voz a Florentino y cuestionar su mandato en el palco de Chamartín. Un poder que supera con creces el que otras grandes leyendas blancas, como Fernando Hierro, Raúl González o Iker Casillas -- los tres últimos capitanes ilustres del Madrid-- tuvieron jamás.
Una foto de Sergio Ramos durante un partido del Real Madrid / EFE
El poder que tiene se lo ha ganado en el verde. Con goles decisivos, títulos y un compromiso total al club de Concha Espina, pero desde el Bernabéu no se ha sabido gestionar ese poderío. Si en su día Florentino lo entendió como una alianza entre directiva y vestuario por la buena relación que tenía con Ramos, en ocasiones se le ha tornado en contra. El 4 blanco ha utilizado esa confianza para poner por delante sus intereses personales para negociar por el colectivo y al presidente le ha venido grande.
Ramos está presente y es consultado en todas las decisiones que se toman respecto al equipo y no se decide nada sin su consentimiento. Todos lo niegan, pero los fichajes se le cuestionan, así como la llegada de nuevos entrenadores e incluso, se rumorea, que tiene voz y voto para las alineaciones. Lo peor para Florentino es que, además, para el madridismo Ramos es el ejemplo a seguir. Se le valora más que al presidente y tiene de lado a la afición.
Fin del monopolio de Ramos
Florentino lo sabe desde hace tiempo, pero ningún técnico ha podido poner fin a esa jerarquía que nadie osa quebrantar en el vestuario. Desde la marcha de Zidane, Lopetegui y Solari no ofrecieron liderazgo alguno ante el jefe del vestuario. Desde el palco se piensa que esta situación también pasa factura en el vestuario.
Zidane será el encargado de encarrilar de nuevo esos poderes. Será él el verdadero líder y Ramos deberá asumir su papel de capitán. Será un jefe con voz y voto en algunos aspectos puramente deportivos, pero no el líder.