El retorno de Zinedine Zidane al banquillo del Real Madrid es un hecho. El francés reemplazará a Solari, que en menos de una semana perdió la Copa del Rey y la Liga frente al FC Barcelona y cayó eliminado en octavos de la Champions League ante el Ajax. Y todo en el Santiago Bernabéu.
El galo se marchó porque se imaginaba lo que ha acabado sucediendo y no quería ser él quien cargara con todo el peso de la remodelación del equipo. El único motivo para que, ocho meses después, Zidane se atreva a coger de nuevo las riendas es porque impuso unas condiciones que previsiblemente Florentino Pérez ha aceptado.
Sin imposiciones
Para un técnico es imprescindible tener libertad total para realizar las alineaciones. Lo que quiere decir darles oportunidades a los jugadores que él desee, aunque el presidente no los quiera, así como sentar a aquellos futbolistas que el mandamás de la entidad preferiría sobre el césped.
Una foto de Keylor Navas al finalizar un partido del Real Madrid / EFE
Esto puede tener impacto inmediato en diversas posiciones. Cuando el entrenador era Zizou, Keylor era indiscutible bajo palos y el galo reiteró por activa y por pasiva que no necesitaba otro portero. En el centro del campo, ni Ceballos ni Valverde contaron con las oportunidades que sí han tenido con Solari. Y en la delantera Asensio era uno de sus mayores recursos, a diferencia de Lucas Vázquez, al que no usaba con tanta frecuencia como lo hizo el técnico argentino.
Libertad en el mercado
Lo justo es que si es él quien debe acometer la revolución, sea el que decida quién entra y quién sale en lugar de adaptarse de nuevo a la política de fichajes de Florentino Pérez.
En el episodio de las salidas, destacan dos nombres: Isco y Bale. La temporada de malagueño y galés ha sido decepcionante y nada indica que con Zidane en el banquillo sus respectivas situaciones vayan a cambiar. Otro de los futbolistas destinado a salir es Marcelo, cuyo declive ya ha empezado. El brasileño cuenta con una tentadora oferta de la Juventus.
Zinedine Zidane y Gareth Bale durante un encuentro del Real Madrid / EFE
Por lo que respecta a los fichajes, el galo tiene claro que la prioridad es una estrella que pueda echarse el equipo a la espalda y, a diferencia de Vinicius, tenga acierto de cara a portería. Sus preferidos serían, por este orden, su compatriota Kylian Mbappé o el belga Eden Hazard. Un centrocampista, un lateral izquierdo y otro central serían las otras demarcaciones a reforzar.
Su hijo Luca
Otro de los condicionantes que puso Zidane para volver a entrenar al Real Madrid fue que su hijo, el guardameta Luca Zidane, ganara peso dentro del primer equipo. Aunque entrena asiduamente con "los mayores" sigue jugando los encuentros con el Real Madrid Castilla. Es el tercer portero, pero el regreso de Lunin, cedido en el Leganés, podría complicarle el futuro. O dicho de otra manera, el futuro del ucraniano en el conjunto blanco se complica.
Zizou ha vuelto en una situación mucho más complicada de la que tenía cuando dejó el banquillo el pasado verano. De sus decisiones dependerá el futuro próximo de los blancos. Su primera etapa fue inmejorable. En esta segunda tiene la oportunidad de consagrarse como el mejor técnico que ha tenido jamás el Real Madrid. No será nada fácil.