Gareth Bale vive uno de sus momentos más delicados en el Real Madrid. Un jugador eternamente cuestionado por la afición y lastrado por las lesiones que le han impedido desarrollar al máximo su potencial deportivo con continuidad.
El banquillo nunca fue su lugar si estaba disponible con los distintos entrenadores que ha tenido, pero la llegada de Santiago Solari al Santiago Bernabéu y la necesidad de una regeneración ha salpicado a un jugador que tras la marcha de Cristiano Ronaldo no heredó el liderazgo que en el club se entendía que debía tomar.
Las apuestas de Solari
Con ese escenario y el técnico argentino como nuevo jefe de un vestuario lleno de vacas sagradas acomodadas la apuesta por las nuevas generaciones y la ambición que conlleva la juventud ha afectado notablemente a la participación de Gareth Bale, especialmente como componente de los once iniciales del argentino.
Su incómoda situación es innegable y el extremo explotó ante el Levante el pasado domingo. Calentó en la banda, tras estar más de media parte en el banquillo y no ser el primer cambio le tocó el ego. Un ego que más tarde tuvo que hacer valer para transformar la segunda pena máxima del partido y que, ante la ausencia de Ramos y Benzema en el verde, le convertía en lanzador.
El desprecio de Gareth Bale a Lucas Vázquez
Anotó, pero ni siquiera se detuvo a celebrarlo y para más inri, tampoco celebró con sus compañeros el que fue el gol de la victoria. Uno de los primeros en querer abrazarle fue Lucas Vázquez, que se llevo un feo gesto, que ahora la afición podría castigar.
¿Titular o suplente?
Con Solari meditando el once inicial, los reproches a Bale serán más sonoros que nunca ya sea titular o suplente. La cuestión es: ¿cómo se notará menos? De salir titular, una opción posible en la casa blanca, su nombre en megafonía se mezclará con las quejas de algunos espectadores. Primero por su falta de integración en el equipo, de responsabilidad dados sus galones y por su feo gesto a un compañero al que el madridismo adora por su compromiso.
Gareth Bale lamenta una ocasión fallada con el Real Madrid / EFE
Una situación molesta que, comparada con lo que puede ser como suplente, sería la más fácil de digerir. Si el galés entra con el partido iniciado, el mundo será testigo evidente de unos silbidos que agudizarán su caso particular en el club de Chamartín. Algo que seguro que no gustará al jugador que incluso podría llegar a reaccionar en contra de la afición como ya hicieron otros en su día, el último Isco Alarcón.