Oportunidad de oro. Así se presenta el clásico –por doble partida esta vez– de Copa del Rey para el Real Madrid y también para el Barça. Una oportunidad que para los azulgranas es una ocasión para ampliar y dar continuidad a su hegemonía en la competición del K.O frente al eterno rival y acallar a los críticos que pensaban que despreciaban la Copa.
El vigente campeón deberá abrirse camino ante un rival de entidad. Un partido que, independientemente de lo que haya en juego, siempre es distinto. Tras golear al Sevilla y dar un golpe sobre la mesa, los blancos tendrán trabajo por hacer.
En ascensión
Sumergidos en una crisis existencial y de juego que se alarga desde agosto, parece ser que el Real Madrid empieza a levantar el vuelo. Cuatro victorias consecutivas, en Copa y Liga, avalan el juego de los blancos. Continúa sin ser excelso, peor los referentes del equipo, especialmente Modric y Benzema, han vuelto a recuperar su mejor tono físico y con la ascensión de los jóvenes y la experiencia de Ramos, Marcelo y compañía la Copa es una oportunidad para devolver la ilusión perdida al madridismo.
Sergio Ramos abraza a Marcelo aliviado tras marcar el segundo gol al Viktoria Plzen / EFE
Los clásicos son partidos distintos y a estas alturas de la competición nadie quiere perder el billete a una final. No habrá tiempo para las rotaciones, ni apuestas experimentales ante el eterno rival. Ni Solari ni Valverde quieren ser carne de cañón de la prensa y la afición, pero los blancos están bajo presión. Tras cuatro años consecutivos cayendo en cuartos de final, esta es su oportunidad de reivindicarse y coger aliento de cara a la Champions y, sobre todo, para hacer más llevadera la Liga, competición en la que de momento se mantienen a diez puntos de los azulgranas.
Partidos de desgaste
Mental y físicamente ambos equipos pagarán las consecuencias de enfrentarse en tres ocasiones en tres semanas y dos en apenas cuatro días. Históricamente son encuentros intensos, de sobre exigencia, y que han cambiado la dinámica de los equipos, especialmente la de los blancos. Ocurrió con Zidane. De capa caída en Liga, venció en el Camp Nou ante el Barça de Luis Enrique y el equipo despegó. El final ya se conoce, tres Champions consecutivas, sin buen juego, pero con mucha garra.
El último precedente no sonríe tanto a los blancos. Lopetegui firmó su sentencia de muerte en el Camp Nou con otra manita histórica, y pese a su destitución la llegada de Solari no cambió el rumbo del equipo. El juego se mantuvo en su mediocridad y solo los resultados han salvado al técnico argentino. Ahora, llega el momento de la conjura blanca. Destronar al Barça de una competición de las que es rey de Copas para cambiar el rumbo de la temporada.
Lenglet pelea un balón con Benzema en el clásico / EFE
Solari está obligado a rotar ante el Alavés si quiere sorprender en el Camp Nou. Es su oportunidad para rehacerse. La papeleta del Barça es distinta, pero es un esfuerzo que merece la pena. La batalla por ser protagonista en el Villamarín el 25 de mayo ya ha empezado este viernes.