El Real Madrid cumplió en tierras catalanas (2-4). Se paseó sin gran esfuerzo por Cornellà y acabó humillando a un Espanyol que empequeñece cada vez que se enfrenta a los blancos. Una noche más, los pericos naufragaron en su juego, sin pegada ofensiva y desconectados en los primeros 25 minutos de encuentro.
Un regalo para un Madrid que desde el partido frente al Sevilla y el posterior de Copa ante el Girona ha mostrado señales de mejora. Los resultados les avalan aunque su juego ya no pasa por la medular. Ha adquirido toda la verticalidad posible para evitar elaborar un juego que ya no se conoce en Chamartín.
Sin oposición
Empezó el partido frío y a los 15 minutos el Espanyol estaba congelado. Benzema abrió el marcador en el 4', con el Espanyol asentándose en el partido. El francés aprovechó el rechace de Diego López tras el disparo de Modric en una jugada que, incomprensiblemente, nadie derribó ni intentó frenar al croata.
Se heló también Cornellà y sin rehacerse del golpe, Ramos apareció por los cielos de la Ciudad Condal para ampliar la distancia en el luminoso. Un testarazo medido en una jugada ensayada que acabó por hundir a los de Rubi. Mejor juego que el mostrado hasta ahora, pero sin un equipo sólido y ante un rival que no mostró oposición, garra ni tampoco intensidad.
Eso sí, la misma intensidad con la que remató el capitán el centro de Modric, debió mandarle camino del vestuario tras protestar la tarjeta amarilla que le sacó el colegiado. Se encaró con él a escasos centímetros de una forma provocadora y soberbia. Además, terminó con el central apartando la mano del árbitro cuando le apartó de su rostro.
Sergio Ramos protesta una decisión arbitral / EFE
A ratos
Recortó distancias el Espanyol en el 25' con un obús de Baptistao para meter en el partido al equipo. Y poco más porque mientras se reflejaba el 1 a 2, el Espanyol no gozó de ocasiones claras. Se mantuvo siempre al margen del partido y se conectó cuando fue demasiado tarde. Aguantaron el resultado a la espera del descanso y Benzema firmó su doblete particular con un golazo que confirma su gran momento.
Una foto de Benzema celebrando uno de sus goles frente al Espanyol / EFE
Con el 3 a 1 y el partido visto para sentencia, Solari recurrió a Bale. Regresó al verde tras varias semanas lesionado y en el primer balón que tocó retomó su cuenta goleadora para cerrar el marcador. Una buena jugada con la que se reivindicó de nuevo, especialmente tras el nefasto partido de Vinicius. El brasileño pasó de puntillas todo el partido. Ni siquiera desbordó y perdió todos los balones que disputó en el uno contra a uno. Su banda apenas tuvo protagonismo.
Marcelo, señalado
Las diferencias entre el caso Isco y el caso Marcelo son evidentes. Solari quiere recuperar al lateral dada su importancia en el vestuario blanco, pero parece ser que, por primera vez desde hace años, tiene una competencia a tener en cuenta en la banda izquierda. Reguilón volvió a cumplir y cuando tuvo que dar entrada al brasileño, su falta de concentración para mantener la línea defensiva permitió al Espanyol sumar al marcador el tanto de Rosales. Un golazo.
Apenas dispuso de 15 minutos para mostrar alguna mejora, pero no fue suficiente. Ni destacó en ataque, ni naufragó en defensa, pero el carioca sale en la fotografía del segundo gol espanyolista. Un tanto que precedió al mejor juego de los blanquiazules, pero fue demasiado tarde.
Varane también queda retractado. Incomprensiblemente derribó a Piatti con un marcador suficientemente abultado y vio la roja directa por ser el último hombre. Dejó al Madrid con diez cuando el Espanyol ya no tenía posibilidades, pero un central de su experiencia y su talla cometió un error de principiante. Sin un fijo de Solari para el partido frente al Alavés, y con la posible baja de Ramos tras lesionarse, la defensa está en cuadro.