Florentino Pérez necesita cambiar el rumbo de un Real Madrid perdido en la nostalgia del pasado, cuando las victorias se sucedían sin grandes actuaciones y Cristiano Ronaldo salvaba la papeleta a un equipo que hoy, vive sus horas más bajas. Ni resultados, ni juego y cada vez con más bajas.
Ante un escenario preocupante y todavía en enero, donde el equipo está vivo en todas las competiciones, el presidente blanco reforzará al equipo con otro joven talento: Brahim Díaz. Si en noviembre todo apuntaba a que su incorporación se produciría en el próximo mercado de verano a coste cero, las necesidades por las que pasa el equipo, intensificadas por una enfermería siempre ocupada, obligan a Florentino a rascarse el bolsillo para traer al malagueño a la capital.
Los blancos se juegan un duelo vital frente la Real Sociedad este domingo, pero mientras los puntos se juegan en el verde, el empresario madrileño juega sus cartas en las oficinas. Parece que el malagueño ha aceptado recalar en el club de Chamartín esta ventana de mercado y podría ser presentado la próxima semana como nuevo fichaje madridista.
Los veteranos, acechados
Su llegada supondría muchas cosas. En primer lugar se cumpliría la nueva política de fichajes de Florentino. Talento joven que despunta en Europa para armar un equipo de futuro. El plan renove pasa por atar a los futuros grandes jugadores cuanto antes para evitar hacer grandes inversiones en los próximos años, pero las necesidades actuales del equipo piden a gritos jugadores contrastados, no por reafirmarse.
Asimismo, su posición está perfectamente cubierta en la plantilla. Puede jugar de mediapunta o de falso extremo, una demarcaciones que hoy ejercen Isco, Ceballos, Asensio o Vinicius. Jugadores que gustan al madridismo, pero que esta temporada todavía no han rendido a su mejor nivel.
Su llegada se estima en 15 millones de euros procedente del Manchester City, una cifra que sobrepasará los 200 millones de euros que el presidente blanco ha abonado en menos de tres años para dar vida a su nuevo proyecto.
Una foto de archivo de Brahim en el Manchester City / EFE
Empezó con Marco Asensio con cuatro millones de euros y continuó con Odegaard por 2,3 millones de los que ya nadie se acuerda. Fede Valverde, que por fin parece ver recompensado su esfuerzo, llegó a la capital por cinco millones. Misma cifra que Jesús Vallejo.
Sin resultado
Y de esos cuatro fichajes por cantidades residuales empezó un dispendio más que infructuoso. Lucas Silva llegó por 14 y se marchó meses después. Theo Hernández, la revelación del Alavés, aterrizó en Madrid por 27 y duró una temporada. Volvió a tierras vascas con otra elástica en calidad de cedido a la Real Sociedad.
Odriozola fue el primer refuerzo de este verano por 30 millones y apenas está teniendo protagonismo. Vinicius fue el fichaje estrella por 45 millones, a los que se suman Ceballos en su día por 16,5, y Rodrygo --todavía por llegar-- por 45 y el portero Andriy Lunin por un valor de 13,5 millones. Un desembolso que alcanzará los 217 millones de euros con la contratación del malagueño.
Un plan de futuro que pone en jaque las necesidades del presente.