Isco tiene pocas opciones de seguir en el Real Madrid la próxima temporada. Su futuro no pasa por vestirse de blanco, por mucho que ante la prensa declare lo contrario. “Para nada me voy, estoy muy feliz", afirmó ante los micrófonos de Deportes Cuatro. Pero conviene leer entre líneas.
Las respuestas de Isco a las preguntas de los periodistas fueron de lo más lacónicas. El malagueño se limitó a contestar con monosílabos mientras esbozaba una sonrisa sardónica. “¿Ilusionado con el nuevo año?”, le preguntaron. “Siempre.” “Tu objetivo es seguir en el Madrid, ¿no?” “Claro.” Sobre los rumores del interés del City o el PSG, su respuesta fue tajante: “Para nada, estoy muy feliz”. Y esa fue toda la conversación.
Pero Isco imprimía un deje impostado a sus palabras y su actitud. No eran declaraciones sinceras. Eran parte de una estrategia con la que el malagueño aspira a minar la legitimidad de Santiago Solari en el Real Madrid. Porque Isco está cocinando a fuego lento su venganza contra el técnico argentino.
El sacrificio de Isco
Isco es la figura más visible del malestar que existe en la plantilla blanca con relación a su técnico. Las circunstancias y el carácter procaz de Isco lo han llevado a ello. El malagueño no se calla una y no teme quedar expuesto a ojos de la opinión pública. No traga a Solari y no lo esconde. Por eso su relación es insalvable. Uno de los dos deberá abandonar el club a final de temporada. Y de momento todas las papeletas apuntan a Isco.
El centrocampista del Real Madrid Francisco Román Alarcón 'Isco' a su llegada al hotel de Huesca / EFE
Sin embargo, el malagueño aún tiene bazas por jugar. De entrada, asume que con Solari no tiene nada que hacer, por tanto, está determinado a no esforzarse lo más mínimo mientras el argentino se siente en el banquillo. Isco no dará un palo al agua por Solari. Cuando le toque jugar, simplemente se dejará llevar, sin hacer ningún esfuerzo.
Su plan pasa por esperar que los resultados no acompañen a Solari y que Florentino Pérez se vea forzado a fichar otro entrenador. En ese caso, Isco quizá podría salvar el cuello. En función de quién fuera el nuevo entrenador, podría recuperar su posición en el equipo. Entonces, lo daría todo por ganarse al nuevo técnico y erigirse en el salvador del Real Madrid.
Todo o nada
Es un plan ambicioso. Como el carácter del jugador. O todo o nada. O la gloria o el patíbulo. Isco se juega su futuro en el Real Madrid con un ataque suicida. En realidad, tampoco tiene mucho que perder. Desde que Solari se sienta en el banquillo apenas ha disputado el 27% de los minutos posibles. Y los de la basura. Sabe que está más fuera que dentro del club blanco. De modo que solo le queda aferrarse a un imposible.