El Real Madrid es el juguete personal de Florentino Pérez. Su distracción. Su capricho. El empresario tiene en el club blanco la guinda de su imperio, su bien más preciado. Por eso hace y deshace a su antojo. Y se rodea de vasallos obedientes. Es el caso de Santiago Solari.
Florentino Pérez maneja a Solari a su antojo. Como si fuera un títere. El técnico argentino satisface todos los deseos de su presidente a pies juntillas. Que le ordena cargarse a Keylor Navas, pues el guardameta costarricense no vuelve a jugar la Champions; que Vinicius debe tener más minutos, pues Solari se los da encantado; que el comportamiento de Isco es inadmisible para el club, pues el malagueño se pudre en el banquillo. Florentino da la orden; Solari la ejecuta.
La sumisión de Solari
La sumisión del técnico argentino al presidente es total. Solari es consciente de que se encuentra ante su oportunidad de oro. Difícilmente volverá a disfrutar de una ocasión como esta. El banquillo del Real Madrid solo se vive una vez. La posibilidad de triunfar en el equipo de sus sueños es ahora. Por eso está dispuesto a prosternarse y agachar la cerviz cuando haga falta.
Tanto es así que Solari ni siquiera ha osado pedir ningún fichaje a su amo para enero. Le basta con lo que le den. Es más, asumirá de buen grado cualquier capricho de su presidente. Si viene Brahim Díaz, pues se le hará hueco en el equipo. Da igual que ocupe una posición superpoblada en el Real Madrid. Florentino manda; Solari obedece.
El técnico del Real Madrid, Santiago Solari, cabizbajo durante un entrenamiento / EFE
El contraste con Zidane
La actitud sumisa de Solari contrasta con el carácter que tenía Zidane cuando se sentaba en el banquillo blanco. El francés era taxativo a la hora de hablar de ciertos fichajes. El ejemplo más flagrante fue la situación con Kepa la temporada pasada. A nivel económico la operación constituía una oportunidad brillante. Un fichaje rentable de los que se sacan enormes plusvalías en Biwenger. Pero este no entraba en los planes deportivos de Zizou. Y la operación se abortó.
Zidane siempre fue tajante en este aspecto. Él quería a determinados jugadores y si el club fichaba o traspasaba jugadores era pensando en el encaje que el técnico les daría. Nada de fichar primero y después buscarle sitio al jugador. Lo primera era escuchar al entrenador.
Con Solari pasa todo lo contrario. Florentino hace y deshace a su antojo. Y al técnico argentino no le queda otra que apañárselas con los decretos de su presidente. El suyo es el discurso de la servidumbre voluntaria.