Parecía que no, pero por fin apareció. El Real Madrid tuvo que viajar hasta los Emiratos Árabes para ver brillar a su máxima estrella, Gareth Bale. Los blancos se impusieron con autoridad ante un Kashima que tuvo sus oportunidades claras para ponerse por delante en el marcador, pero la falta de acierto de cara a portería dio vida a un Madrid que con muy poco sentenció el partido.
Con el 0 a 1 al descanso, Bale anotó el primer tanto del partido en el 44, y sentenció el pase a la final con otros dos goles en los diez primeros minutos de la segunda parte. Un 0 a 3, que los japoneses maquillaron en el 78. Un tanto que no tuvo efecto ni tiempo en el partido. Tres golazos que demuestran su calidad innegable, pero que vuelven a cuestionar al jugador. Bale brilla, pero contra los los más pequeños.
Y es que el Kashima, sin ánimo de ofender a unos u otros, no fue rival para un Madrid al que primero Marcelo dio vida, más tarde le sonrió la fortuna y que culminó con una jugada particular de Bale. Un espectáculo de fútbol que tras 16 jornadas de liga y seis de Champions no se había visto por ningún estadio. Ni tan siquiera contra el colista de la Liga, el Huesca, o contra equipos de menor renombre nacional, Bale ha sido capaz de demostrar su voracidad goleadora y su potencial físico.
La excusa
Bien es cierto que cuando hay títulos de por medio y finales los de Chamartín se activan como depredadores en la sabana, pero la lectura del partido de este miércoles deja en entredicho el rendimiento de muchos madridistas. La superioridad, por presupuesto y plantilla ante los japoneses es incuestionable, y a un ritmo tranquilo sellaron el pase a una final que deberían ganar también cómodamente contra el Al Ain que venció a River Plate en los penaltis este martes.
Los jugadores del Real Madrid celebran el tercer tanto de Gareth Bale en el Mundial de Clubes / EFE
Bale fue el líder de un equipo, pero ¿dónde está el resto de partidos? Con su hat-trick aumentó su cifra goleadora en este torneo hasta los seis tantos, marcando así en todas las ediciones disputadas y quedando a un solo tanto de Cristiano Ronaldo. Un logro para muchos y que para otros, especialmente en las redes sociales, debería ser una estadística vergonzosa.
Cuestionado
¿Brilla cuándo quiere o cuándo puede? Llegaba tocado a un partido que, seguramente, no hubiera cambiado de estar en el banquillo. De aquel Kashima que forzó la prórroga hace dos años no se vio ni rastro. Sin velocidad, ni juego, ni tampoco furia. Nada de todo lo que podía complicarle el pase al Madrid se vio en el verde y pese a todo ello, hasta que no Bale abrió la lata, los madridistas tenían el corazón encogido tras las dos intervenciones vitales que realizó Courtois.
Un líder a medias e intermitente. Así está el Madrid.