Otra cita para reencontrarse con el fútbol perdida. Así se puede resumir el encuentro que este sábado protagonizó el Real Madrid frente al Rayo Vallecano para despedir el año en el Santiago Bernabéu. Con la esperanza de que el año nueva devuelva la ilusión y la pegada al conjunto blanco, Solari hizo oídos sordos, demasiado, vistos los silbidos que despidieron al equipo al abandonar el verde pese haber sumado tres puntos contra el penúltimo clasificado.
Un solitario gol de Benzema en el 12' y una doble parada de Courtois en el 93' salvaron los muebles ante una afición que ya no esconde su descontento jornada tras jornada. Tras la debacle frente al CSKA de Moscú en Champions, la respuesta futbolística, y no solo el resultado, era una obligación que el conjunto de Chamartín no supo responder.
Y con el Mundial de Clubes en la mente y los tres puntos en el bolsillo, Solari se olvidó de los silbidos y las críticas e hizo caso omiso en la rueda de prensa posterior al partido. El enfado de la afición blanca es evidente y no es para menos. Segundo partido consecutivo en el templo blanco que despide al equipo entre pitos y silbidos tras una actuación impropia de un campeón de Europa. Para los merengues mucho tienen que cambiar las cosas para que los títulos lleguen a la vitrinas de Santiago Bernabéu.
Sin reciprocidad
Solari pidió unión entre equipo y afición en la previa, pero mientras la afición se entregó por momentos en la primera parte, el equipo no supo responder en 90 minutos. El tanto del francés sirvió para aprobar un trámite que perfectamente podrían haber suspendido. Tan solo 55.000 aficionados acudieron al estadio, pero fueron suficientes para evidenciar el desencanto que se vive con este equipo sea quien sea quien esté al mando.
Pocos aplausos y muchos silbidos, especialmente en el descuento y tras el pitido final cuando el Rayo casi rasca un punto del Bernabéu. No es el primer correctivo que recibe el equipo ni tampoco Solari, pero mientras se sume algo queda. Se recriminó a todo el mundo, excepto a Lucas Vázquez, entregado como siempre y a Benzema que si se conectó.
A palabras necias, oídos sordos
El técnico argentino no debió escuchar palabras entre tanta muchedumbre, pero hizo oídos sordos y giró la cabeza ante la evidente falta de ritmo. No hay más ciego que el que no quiere ver. Se atrevió a asegurar que el equipo "jugó muy bien" y que el resultado no reflejó las ocasiones creadas.
Verdad a medias, pero más cierto fue que el Rayo estuvo a punto de empatar. Al madridismo ya no le vale este discurso: "Hemos sido dominadores, debimos irnos al descanso con un resultado más holgado, pero cuando no eres contundente te toca sufrir. En el segundo tiempo tuvo una muy clara Marco y no concedimos nada hasta esa ocasión del final". Se sufre en exceso contra cualquiera.
El tiempo dirá, pero la cosa cada vez pinta mejor para Julen Lopetegui e incluso para Solari. Los señalados son los jugadores, insulsos y sin desparpajo.