La dolorosa crisis que azora al Real Madrid esta temporada incorpora un curioso elemento: todos los equipos que visten de azulgrana se convierten en sus verdugos. Es una verdadera pesadilla. Una maldición que devora al conjunto blanco por dentro. Quizá también sea un presagio.
La estrepitosa derrota en Ipurua confirmó el mal fario. Nunca antes el Eibar había conseguido doblegar a los blancos, pero esta vez los de Mendilibar vapulearon a un Real Madrid impotente. El partido de los jugadores de Solari fue bochornoso. Deambularon perdidos sobre el campo, ausentes, como muertos vivientes. Parecían haber sido víctimas de un embrujo: la maldición de los colores azul y grana.
El origen del maleficio
La misteriosa situación se ha venido repitiendo a lo largo de todo el curso. Empezó en Moscú. Los blancos visitaron al CSKA en la Champions y cayeron por 1-0. Se quedaron congelados. Petrificados. Aquella derrota sentaría precedente. Era el primer indicio de que algo no iba bien.
Hasta entonces el Real Madrid de Lopetegui todavía levantaba ciertas ilusiones. No hacía tanto de la contundente victoria contra la Roma y en la capital se ufanaban de sí mismos. Estaban ciegos. No vieron venir la crisis. Pero la maldición azulgrana siguió su curso.
El Levante fue el siguiente conjunto azulgrana que doblegó a los blancos. Y lo hizo en el Bernabéu, contra todo pronóstico, venciendo por 1-2 a un equipo que llevaba cuatro partidos consecutivos sin ver puerta. El Real Madrid quedó sumido en una profunda crisis de la que todavía no se ha recuperado del todo.
La excepción que confirma la regla
Aquella misma semana, a finales de octubre, el Real Madrid se enfrentaba al Viktoria Plzen y al Barça. Ambos conjuntos azulgrana. Lo cierto es que contra los checos consiguieron romper el mal fario, o eso creyeron. Vencieron 2-1, pero no convencieron. El triunfo ante el Plzen solo fue la excepción que confirma la regla. Y el Barça se encargó de demostrarlo.
Varios jugadores del Barça celebran la victoria frente al Real Madrid / EFE
El Real Madrid acudió al Camp Nou temblando. Se temían lo peor. Los azulgrana no contaban con Messi, lesionado, pero exhibían un poderío y una confianza en sí mismos suprema. En efecto, el Barça goleó a los blancos y certificó la carta de defunción de Lopetegui.
Sigue el misterio
Algunos creyeron que la crisis del Real Madrid había quedado atrás con la llegada de Solari. Nada más lejos de la realidad. Los cuatro primeros triunfos del técnico argentino fueron un espejismo. De nuevo una bomba de humo que no altera la cruda realidad del conjunto blanco. Y el Eibar, vestido de azulgrana, se encargó de golpearles con el maleficio.
CSKA, Levante, FC Barcelona y Eibar. Un común denominador: los colores azul y grana. Es la maldición que devora al Real Madrid por dentro.
El próximo 9 de diciembre los blancos se enfrentan al Huesca en El Alcoraz. A priori el Real Madrid debería vencer con facilidad. Pero el colista de primera también viste de azulgrana.