El auge de Santiago Solari en el Real Madrid es paradigma de lo que Zygmunt Bauman llamó sociedad líquida. La inmediatez y la aceleración rigen esta sociedad. Debemos andar siempre a la carrera, enlazar los acontecimientos uno tras otro, sin pausa, sin tiempo para la reflexión. Entregarnos a la plétora de distracciones y novedades que se nos presentan. Sumergirnos en la vorágine. Y sobre todo no pensar.
La burbuja que se ha creado en torno a la figura de Santiago Solari es surrealista. El madridismo no aprende. Florentino Pérez, tampoco. Solari ha pasado en apenas dos semanas de ser un parche en el banquillo del Real Madrid a ser su salvador. Subió del Castilla como solución de emergencia, a la espera de que el club lograse ultimar las negociaciones con otro técnico. Sin embargo, ha terminado por firmar hasta junio de 2021.
Pasar página
De repente el Real Madrid tiene a un nuevo estratega para su inconsistente proyecto. De golpe y porrazo la crisis blanca ha quedado atrás. La peor sequía goleadora de la historia del club es apenas un apunte en los anales de la entidad. Forma parte del pasado, de otra época. Julen Lopetegui está criando malvas en las profundidades marinas. El Real Madrid de Santiago Solari ha salido a la superficie limpio y renovado. O eso nos pretenden hacer creer.
Cuatro partidos han sido suficiente para alzar a Solari al reino de los cielos. Parece no importar que de estos solo uno, el encuentro ante el Celta, resultara realmente de entidad. La sociedad líquida, recuerden. Es necesario encadenar los acontecimientos para no pensar. Da igual que las victorias del Madrid de Solari hayan sido sobre el Melilla, el Valladolid y el Viktoria Plzen. No importa que el equipo al completo se llevara una sonora pitada del Bernabéu. La cuestión es pasar página. Seguir a otra cosa.
Solari es esa otra cosa. La novedad. El nuevo juguete de Florentino Pérez. Con un poco de suerte durará más que el anterior. No es difícil. Quizá incluso logre darle alguna alegría a la afición a final de temporada. Al fin y al cabo, la plantilla blanca rezuma talento. Pero si no se acompaña de más cambios, solo servirá para aletargar la agonía.
Reprimir los traumas
El Real Madrid debe hacer frente a los verdaderos problemas que le amenazan. El club no se ha repuesto ni de la salida de Cristiano Ronaldo ni de la de Zidane. Ambos fueron episodios traumáticos. Funestos. De pronto el club se vio sin sus dos máximos estandartes: el entrenador de las tres Champions consecutivas y el máximo goleador de su historia. Los dos abandonaron el barco. Y Florentino Pérez quedó tocado.
Imagen de archivo de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid / EFE
Desde entonces todos los movimientos del mandamás blancos han sido precipitados y erróneos. Empezando por la contratación de Lopetegui. Continuando por la planificación deportiva. Y ahora Solari. De nuevo, Florentino da un patadón hacia adelante para ver si capea la crisis.
Pero no es solo Solari. El Real Madrid ha mostrado el mismo desenfreno casi delirante en el ascenso de Vinicius. El nuevo ídolo. Un chaval de 18 años sobre el que se han depositado todas las esperanzas blancas.
De momento, el titubeo del Barça está salvando al Real Madrid. Cualquier otro año la Liga ya estaría sentenciada. Pero los vaivenes de los blancos recuerdan a un animal moribundo.