Sergio Ramos lo ha vuelto a hacer. Si ya se hablaba del camero como el jugador posiblemente más sucio de la historia de la Liga, también postula a serlo en la Champions. A saber. No sería descabellado pensar en él como el futbolista más violento de la historia del fútbol.
La acción que protagonizó este miércoles contra el Viktoria Plzen (5-0) era digna de sanción ejemplar. Roja directa y suspensión de varios partidos, como mínimo.
El capitán del Real Madrid asestó un vil codazo a Havel, futbolista del conjunto checo. Su nariz empezó a destilar sangre a borbotones en el instante de recibir el impacto.
Ramos se sirvió de sus afilados codos para ganar la posición e intimidar al futbolista rival, pero el gesto fue una acción descarada y dirigida a dañar. Una agresión en toda regla.
El árbitro, Deniz Aytekin del colegio turco, no sancionó la acción ni con tarjeta amarilla ni con una simple falta. Una vez más, Ramos supo dar el golpe con maestría para escapar a los ojos del colegiado.
No cabe duda de que si esta acción sucede en la Liga, Ramos habría sido expulsado con tarjeta roja debido a la obligatoria intervención del VAR. En Champions todavía no se utiliza y el defensa sabe jugar con esa ventaja.
Una acción violenta más de un jugador que ya está muy acostumbrado a pegar y agredir con total impunidad pese a ser el futbolista que más veces ha sido expulsado en la Liga. En la memoria todavía queda la acción de ingrato recuerdo sobre Mohammed Salah en la final de la Champions. Acción que sirvió para lesionar a la estrella del Liverpool y tampoco fue castigada.