El Bernabéu sentencia a tres pesos pesados del Real Madrid
La hinchada merengue es inclemente con los cracks consagrados de la plantilla
5 noviembre, 2018 11:01El Santiago Bernabéu dicta sentencia. Julen Lopetegui ya no dirige al conjunto blanco. Ya no se le puede cargar el muerto a él. Pero el Real Madrid sigue sin jugar a nada. De momento, al menos, a Solari los resultados le acompañan. Pero a la grada eso no le basta. El equipo no convence. Y la afición señala a los culpables.
La agónica victoria ante el Valladolid no ha cambiado nada. En Valdebebas se sigue respirando el mismo clima de pesadumbre y hastío. Las caras largas en el vestuario son una constante. Sobre todo entre las estrellas del equipo. Nadie confía en nadie. Todo son recelos. Envidias. Luchas intestinas. Y la hinchada merengue está harta de que todos se miren el ombligo.
Inclemente
El Santiago Bernabéu fue inclemente con el equipo. La pitada al final del encuentro fue monumental. Estruendosa. Casi nadie se salva. Pero los pitos fueron especialmente intensos con tres pesos pesados de la plantilla. Empezando por Sergio Ramos, el capitán.
Lo cierto es que todo eran silbidos y gruñidos hasta que entró Vinicius. El brasileño fue el único ovacionado por la afición. El héroe. El nuevo ídolo. Y eso que el gol llegó por pura chiripa tras impactar el balón de la peor manera. El lanzamiento de Vinicius iba a salir por banda. Pero encontró el cuerpo de Kiko Oliva, quien lo envió al fondo de la red. Gol en propia, que sin embargo la grada atribuyó al dudoso mérito de Vinicius.
La tiranía del brazalete
A los pocos minutos Benzema provocó un penalti a favor del Madrid. El arrebato de los merengues con Vinicius era tal que la grada entera pidió que fuera él quien lo lanzara. Aun a riesgo de que se fuera a las nubes. Como el afortunado disparo que terminó en gol. Pero Sergio Ramos impuso su ley. Sus galones. El capitán desoyó a su público y cogió el balón. Él marcó el penalti. Pero el coliseo blanco le condenó a los leones.
Sergio Ramos celebra su gol de penalti / EFE
Antes la afición le había dedicado a Garteh Bale una atronadora pitada. La más contundente de todas. Solari sustituyó al galés en el minuto 71 de partido. Hasta entonces su aportación al equipo había sido nula. Bale es una sombra sobre el terreno de juego. Un fantasma. Su actitud displicente irrita sobremanera a los aficionados. Y estos se lo hicieron saber mientras se dirigía cabizbajo al banquillo.
A los dos minutos el aguacero le cayó a Marco Asensio. Otro señalado. El mallorquín volvió a completar una actuación gris. Desastrosa. La afición esta cansada de un jugador que corre el riesgo de convertirse en eterna promesa. Además, para mayor escarnio de Asensio, su sustituto fue Vinicius, quien se llevó los aplausos de la grada. El contraste de la reacción del público entre ambos jugadores fue brutal.
Señalados
El Santiago Bernabéu ha dictado sentencia. Gareth Bale, Marco Asensio y Segio Ramos son los grandes señalados. Culpables. El resto de jugadores tampoco es que se salven. Solo hay una brizna de luz en la parroquia blanca: Vinicius. El nuevo ídolo.