Julen Lopetegui se fue cabizbajo, al borde de la depresión, víctima de la impotencia de no ganar con un equipo con todos los ingredientes para hacerlo. Santiago Solari tomó el testigo, pero el Real Madrid sigue sin carburar.
Cabe reconocer que los blancos empezaron mejor que el Valladolid, con hasta tres ocasiones peligrosas –dos de Benzema y una de Bale– en los primeros 15 minutos. Pero se fueron apagando al tiempo que aumentaba el runrún del Santiago Bernabéu para llegar al descanso sin goles (0-0).
Han pasado muchas cosas entre medias pero tan solo hace una semana que el Barça dio un baño de fútbol al Madrid. Los azulgrana humillaron a un equipo sin alma y por mucho que ganaron contra el Melilla en Copa por abultado resultado (0-4), en Culemanía ya dijimos que fue un partido mediocre.
El cabreo de Casemiro: su cambio fue aplaudido
Mediocre como lo fue contra el Valladolid. Tanto es así que los pucelanos empezaron a crear peligro a partir del minuto 30 y tuvieron hasta cuatro ocasiones de gol, alguna especialmente peligrosa. El Bernabéu castigó al equipo con una sonora pitada.
Ya en el segundo tiempo, el Madrid volvió a sufrir horrores. Nuevamente, los blancos fueron superiores en el arranque, pero el Valladolid fue ganando terreno hasta el punto de lanzar dos balones al larguero defendido por Courtois.
Solari tomó una decisión polémica: quitar a Casemiro del campo. El jugador se mosqueó, pero el Bernabéu aplaudió la decisión por dar entrada a un jugador más ofensivo, como Isco. Ello generó dudas al Madrid en el balance y el Valladolid lo aprovechó, pero no logró el gol.
Pitos a Bale, Asensio y Ramos
Solari, decepcionado con Bale, como la hinchada blanca, lo sacó del verde. La pitada al galés fue atronadora. Y luego le cayó el chaparrón también a Marco Asensio, que no encuentra su sitio en el equipo y el público soberano ya no tiene paciencia, pese a sus 22 años.
Vinicius, el salvador de Solari en el Real Madrid / EFE
La verdad es que todo eran silbidos y gruñidos en la capital hasta que entró Vinicius en lugar de mallorquín. La pitada hacia Asensio se transformó en una atronadora ovación al joven delantero brasileño. Y el futbolista, más descarado que acertado, tuvo la fortuna de lograr el gol que llevó al Madrid a la victoria. Lo hizo de rebote, pero fue decisivo.
Vinicius, ovacionado
Vinicius fue coreado, hasta el punto que el Bernabéu pidió que fuese él y no un también silbado Sergio Ramos, quien lanzase el penalti que provocó Benzema para cerrar el marcador. El capitán desoyó a su público, lanzó y marcó a lo panenka. Pero el coliseo blanco habló en favor de Vinicius, el salvador de la crisis, la luz en la oscuridad.