La tensión en el vestuario del Real Madrid es máxima. El triunfo de este martes frente al Viktoria Plzen no camufla el tremendo clima de crispación que viven los blancos. Los puñales vuelan entre bastidores. Tanto es así que algunos incluso pierden la chaveta en público. A la luz de las cámaras. O en rueda de prensa. Los jugadores cada vez lo tienen más difícil para disimular el abismo que divide a la plantilla. Valdebebas es un polvorín que está a punto de explotar.
La marcha de Cristiano Ronaldo dejó un vacío de poder en el vestuario del Real Madrid. Desde entonces el equipo no tiene un líder claro. Sergio Ramos es el capitán, pero no termina de imponerse. Los españoles le respetan. Cierran filas en torno a él. Han constituido un clan. Pero las principales estrellas blancas no están dispuestas a someterse. También aspiran a alcanzar el trono. Y el vestuario se desangra en luchas intestinas.
Sergio Ramos está visiblemente nervioso. Se siente amenazado. Dio la cara por Lopetegui y ahora teme que la previsible caída del técnico le arrastre. La salida del donostiarra debilitaría aún más su delicada posición. Ramos está susceptible. Agresivo. Los balonazos que le propinó a Reguilón en un entrenamiento esta semana son una muestra de su agresividad. También las patadas a los palos de la portería rival tras fallar sendas ocasiones de gol.
Rebelde sin causa
Pero si hay alguien que se dedique a incendiar el vestuario blanco es Isco. El malagueño es un rebelde sin causa. No obedece a nadie. Va a su bola tanto dentro como fuera del campo. En la previa del partido de Champions de este martes le lanzó una puya a Cristiano Ronaldo: “No podemos llorar por alguien que no quiso estar aquí”, soltó sin reparos. La relación de Isco con el portugués nunca fue buena. Pero sus palabras atentan contra la postura oficial del Real Madrid, más enfocada en el agradecimiento por la trayectoria brillante de su máximo goleador histórico.
En su momento el egoísmo de Isco chocaba con el de Cristiano. Sin duda, el gran beneficiado tras la marcha del portugués fue él. Ahora Isco goza de mayor libertad sobre el campo. Juega más y tiene la posibilidad de lanzar los tiros libres. Sin embargo, el malagueño también levanta las iras de sus compañeros de equipo. Isco es demasiado individualista. Un genio al que le cuesta desprenderse del balón. Incluso a riesgo de desperdiciar una ocasión cantada de gol.
Una foto de Isco Alarcón frente al Viktoria Plzen / EFE
Como ocurrió este martes frente al Viktoria Plzen. Un clamoroso error en la salida del balón de los checos propició una clara ocasión de gol para los madridistas. El mal pase del guardameta checo cayó a los pies de Isco, quien intentó un difícil remate picado en vez de asistir a Kroos o Benzema, totalmente desmarcados en el punto de penalti. El alemán exteriorizó su enfado con Isco con sonoros gritos de rabia.
Al rojo vivo
El cruce de cables de Sergio Ramos en un entrenamiento, las declaraciones incendiarias de Isco en rueda de prensa, la bronca de Toni Kroos al malagueño por su exceso de egoísmo… Todos ellos son actos fallidos, deslices freudianos que denotan el malestar interno que se respira en el Real Madrid. El vestuario blanco es una olla a presión a punto de estallar. Y la explosión podría producirse en el Camp Nou el próximo domingo.