Julen Lopetegui vuelve a examinarse este sábado frente al Levante en le Bernábeu en uno de los partidos que marcarán su futuro como técnico madridista hasta la cita clave; el Camp Nou el 28 de octubre. Hasta entonces tiene una cita con los granotas y otra con Viktoria Plzen para reencontrarse con la senda de la victoria.
El parón de selecciones ha ayudado a calmar los ánimos, pero el técnico vasco no ha podido trabajar con la plantilla al completo. Con la enfermería llena y todos los internacionales concentrados con sus selecciones, Lopetegui ha tenido tiempo para pensar un nuevo esquema con el que paliar las carencias de su equipo y, sobre todo, la falta de gol.
Pocas esperanzas
Pese a que todavía tiene el voto de confianza de Florentino Pérez, aunque ya haya recibido el ultimátum del presidente blanco, los antecedentes que preceden al técnico blanco no juegan a su favor. Con peores resultados que la era Rafa Benítez, Lopetegui parece estar más fuera que dentro del Bernábeu. Y es que ningún técnico que Florentino ha contratado durante sus nueve años como presidente de la entidad, ha acabado contrato.
Florentino necesita que el equipo funcione como una máquina de engranaje y su paciencia tiene un límite considerablemente corto. En Chamartín el juego es adicional, lo que valen son los resultados y los títulos y a este paso todo apunta que el Madrid se quedará en blanco esta temporada, incluso en Champions League. Tras la pésima actuación frente al CSKA de Moscú, un equipo de una liga inferior, los blancos no fueron capaces de traspasar la defensa rusa.
Historial preocupante
Conocedor de los métodos de Florentino y de la opinión de la directiva del club, Lopetegui no tiene margen de error. Tiene contrato hasta 2021, por seis millones de euros por temporada, pero los contratos tienen poco valor en la casa blanca. Zinedine Zidane, Rafa Benítez, Carlo Ancelotti, José Mourinho, Manuel Pellegrini, Wanderley Luxemburgo, Mariano García Remón, José Antonio Camacho y Carlos Queiroz salieron del club con compromisos en vigor.
Tras su regreso en 2009, en su segunda etapa como mandatario del club, ningún técnico ha terminado su contrato y pocos han abandonado el club por voluntad propia. Pellegrini fue destituido en 2010, pese a tener contrato hasta 2011, tras una temporada sin títulos y llegó Mourinho. El portugués fue víctima del mejor Barça de la historia y tan solo su carácter alargó su estancia en el banquillo blanco. Aguantó hasta 2013, pese renovar un año atrás hasta 2016, y los capos del vestuario, entre ellos Ramos y Cristiano Ronaldo acabaron con su carrera como técnico blanco. Aun así, su despido se dibujó como una decisión de mutuo acuerdo.
Una foto de archivo de Mourinho y Cristiano Ronaldo en el Real Madrid / EFE
Ni con títulos
Rafa Benítez es el caso más sonado. El español firmó por tres temporadas, pero en siete meses Florentino le fulminó. Tercero en la clasificación de la liga, con el equipo clasificado por octavos de la Champions League y eliminados de la Copa del Rey por alineación indebida con Cherysev ante el Cádiz. Carlo Ancellotti le relevó, pero los cuatro títulos conquistados por el italiano --Copa, Champions, Supercopa y Mundial de Clubes-- no fueron suficientes para el empresario y dijo adiós en 2015.
Entonces llegó Zinedine Zidane. El técnico que Florentino hubiera querido para esta temporada, pero que vio síntomas de debilidad en un vestuario acomodado y lleno de vicios. Fue el más listo de la clase y tras conquistar la tercera Champions consecutiva se fue en lo más alto. Renunció a varias ofertas de renovación, a 18 millones de euros por temporada y dijo adiós dos años antes de finalizar su contrato en 2020.
Una foto de Zinedine Zidane en el Real Madrid / EFE
Condenado
Con estos antecedentes y el escenario que vive el Madrid, no sería una sorpresa que Lopetegui no se comiera los turrones en el Bernabéu si no encarrila la situación. Además, tampoco cuenta con el apoyo total de la plantilla. Varios pesos pesados del vestuario ya han comunicado su malestar ante la metodología del vasco y sus entrenamientos. El capitán, Sergio Ramos, quiso quitarle hierro al asunto y fue uno de los que dio el sí para su contratación, pero la confianza de los jugadores españoles en el vasco podría diluirse definitivamente si no se suma de tres en tres.