Julen Lopetegui vive horas difíciles en el Real Madrid. Con un inicio de temporada difícil tras perder la Supercopa de Europa frente al Atlético de Madrid, el técnico recobró la credibilidad con tres victorias consecutivas en Liga y un baño a la Roma en su primer partido de Champions League. Una confianza que está al borde del abismo tras los últimos partidos de los blancos. Empate frente al Athletic, victoria sufrida contra el Espanyol y derrota apabullante frente al Sevilla. Tres jornadas que marcan el presente y futuro del técnico y por las que se empieza a cuestionar, especialmente desde el madridismo, su capacidad para liderar al equipo.
A la falta de buen fútbol, se le suman las tensiones internas con las que Lopetegui tiene que lidiar cada día. Primero con el staff técnico y posteriormente con los jugadores. Y es que al parecer muchos de los futbolistas de la plantilla no están cómodos con la metodología del técnico vasco.
La mayoría de ellos, especialmente los pesos pesados, arrastran vicios de la era Zidane y todavía no han entendido que en la casa blanca se viven nuevos tiempos bajo las órdenes de Lopetegui. Unos vicios que parecen estar lejos de desaparecer. El entrenador madridista se incorporó al mando del equipo con su equipo de confianza, pero algunos de los miembros del cuerpo técnico de Zidane continúan en Chamartín: los preparadores físicos.
Nuevas caras, nueva metodología
Julen aterrizó en Valdebebas con las ideas claras. Con Albert Celades de segundo y Óscar Caro como preparador físico. Una posición que hasta ahora había desarrollado Antonio Pintus, más conocido como el sargento de hierro. Pintus fue una petición expresa de Zidane y llegó procedente del Lyon para potenciar la capacidad física del equipo dado el estilo de juego de los blancos: partidos de ida y vuelta.
El sargento continúa en Valdebebas, pero no es el jefe de una sección que en el vestuario y en la casa blanca se considera fundamental. Con la llegada de Óscar Caro, el entrenador blanco ha relativizado ese aspecto y ha hecho hincapié en otras fases del juego como la presión, el juego vertical y la defensa.
Los ejercicios son más largos y más pesados, confiesan desde el vestuario, pero también las charlas son menores y reina el libre albedrío en los entrenamientos para mejorar la creación de juego. Con estas novedades, el equipo ha perdido. El juego de toque y asociación que se vio en las primeras jornadas ha desaparecido frente a los grandes y, además, los jugadores han acusado la falta de resistencia y físico en las segundas partes.
Algo que solo se interpreta como una debilidad en la casa blanca con una temporada tan larga y con rivales duros de roer como el de este sábado, el Atlético de Madrid.