Karim Benzema carga con numerosas etiquetas desde su llegada al Real Madrid. El francés, un jugador de enorme clase y talento, llegó todavía hecho un chaval desde el Olympique de Lyon en 2009, hace ya casi una década.
Al poco de llegar desde una parte de la prensa de Madrid se señaló que el atacante era el protegido de Florentino Pérez. El ojito derecho del mandamás blanco, quien siempre sintió, tal y como han demostrado los últimos acontecimientos, que Cristiano Ronaldo no era realmente una conquista suya, sino del equipo directivo anterior.
Esta especie de beneficio sobre el resto de estrellas madridistas siempre ha generado dudas y suspicacias en una parte del entorno merengue. Muchos aficionados piensan que al galo se le permiten fallos y rachas de bajo rendimiento que en otros jugadores sí son castigadas.
Sin gol en las venas
A ello se le une el hecho, ya demostrado con los años, de que Benzema no es un goleador puro o killer. El francés ha comentado en más de una ocasión que en ocasiones le sabe mejor una asistencia que un gol propio. Declaración extraña para un delantero de primerísimo nivel.
El problema para Benzema es que, más allá de los goles que prefiere repartir antes que hacer, el francés ha acostumbrado al madridismo a errores continuos de cara a la portería. Goles hechos que el atacante falla por centímetros o por un exceso de adorno.
Partido contra el Athletic
Todos estos fantasmas han resucitado en las últimos días en el madridismo. El motivo no es otro que la deficiente actuación del francés el pasado sábado contra el Athletic de Bilbao en San Mamés, donde el Madrid se dejó los primeros dos puntos de la Liga.
En este encuentro Benzema volvió a las andadas. Sus minutos en el campo se volvieron insustanciales, sin participar ni ayudar a la elaboración de juego del conjunto madridista, cuyo engranaje se gripó en parte por la intensidad de los bilbaínos.
La cuestión más grave ya no es tanto que el delantero madridista no entrase mucho en contacto con el balón. Sino que cuando lo hizo estuvo demasiado fallón, errando ocasiones claras que podrían haberle servido a su equipo para darle la vuelta al marcador.
La jugada con Asensio
Una jugada desesperó especialmente a la parroquia madridista. En el segundo tiempo Marco Asensio arrancó desde la derecha y, tras un slalom espectacular, entregó un perfecto balón a Benzema en el área.
El francés, que disponía de un disparo franco para perforar la portería defendida por el joven Unai Simón, chutó el balón muy por encima del larguero rival, tirando así al limbo una de las ocasiones más claras de su equipo aquel día. La jugada, destacada por la mayoría de la prensa madrileña tras el encuentro, sirve para ilustrar los fantasmas que se ciernen de nuevo sobre el galo, tras un arranque de año esperanzador.
¿Un espejismo?
El atacante madridista comenzó el campeonato liguero anotando cuatro goles en sólo tres partidos. Una efectividad poco habitual en los últimos años para el francés. Pero una parte de la afición madridista piensa tras lo visto en San Mamés que todo fue un espejismo.
En los pies de Benzema está el darle la vuelta a la situación. Sin la presencia de Cristiano Ronaldo en el equipo, el galo seguirá llevando junto a Bale el gran peso goleador del plantel. Situación que le exige no volver a fallar en los momentos que el plantel madridista le necesita. ¿Sabrá responder a esta exigencia?