Ronald Araujo, de titular indiscutible a transferible por motivos económicos y deportivos

El fútbol es un fenómeno social muy potente. Su expansión se debe a la sencillez que supone practicarlo. Con cuatro piedras y un objeto medianamente esférico, es suficiente para formar dos porterías y un balón. Desde 1863, año en el que fue normado y diferenciado del rugby por los ingleses, se practica en todo el mundo. Desde ciudades grandes hasta los rincones más humildes del globo. Desata pasiones y eleva la adrenalina de jugadores y espectadores. Así es el deporte rey.

El frenesí que rodea al fútbol hace que todo lo que lo rodea sea intenso. Los seguidores de los equipos defienden su escudo a capa y espada. Esto provoca que, en ocasiones importantes, las reacciones sean extremas. Nervios, angustia, sudores y uñas mordidas no faltan en momentos clave. Ante toda esta presión, las celebraciones son altivas cuando tocan, mientras que las decepciones son profundamente dolorosas. Esto genera imborrables recuerdos, mejores y peores.

Un hecho premonitorio

Ronald Araujo sufrió en sus carnes la bipolaridad del fútbol. Nacido en Rivera, una ciudad fronteriza con Brasil, comenzó su andadura en Huracán. Completó su formación deportiva en Rentistas, equipo con el que debutó en el balompié profesional. Posteriormente, en 2017 fichó por Boston River y, 13 meses después, llegó al Barça B por 4'7 millones de euros. Debutó con el primer equipo del FC Barcelona en octubre de 2019, en un cómodo 4-0 en el Camp Nou ante el Sevilla. Sin embargo, fue amargo.

El zaguero entró en el minuto 73, en lugar de un lesionado Todibo. Sin embargo, solo 14 minutos después fue expulsado por derribar en carrera a Chicharito, que avanzaba solo hacia la meta de Ter Stegen. Curiosamente, una acción muy similar es la que menoscabó la reputación del charrúa recientemente. Se hace referencia a la tarjeta roja que vio ante el PSG en 2024, tras echar por tierra a Bradley Barcola y dejar al equipo con uno menos durante una hora de juego. El desenlace final es por todos conocido.

Del todo a la nada

Ronald Araujo era considerado uno de los mejores centrales del mundo. El barcelonismo lo adoraba. Su potencia física, junto a su talento defensivo le hacían ganarse los halagos de su afición. Si bien las lesiones lo molestaron en algunos momentos importantes, no perdía peso en el Barça. Sin embargo, cuando protagonizó esa escena con el atacante francés en los cuartos de final de la Champions League 2023/2024, un aluvión de críticas arrasaron con su reputación.

Se sintió triste y dolido. Pasó de héroe a villano. De hecho, a pesar del amor que siempre le había profesado al club, tenía idea de irse. No obstante, una lesión en los isquiotibiales durante la Copa América desechó esta posibilidad. De mientras, en el Barça se fue Xavi Hernández, uno de sus grandes valedores, y llegó Hansi Flick. Le tocaba ganarse a un nuevo técnico para revocar su situación.

Cambio radical

El defensor central no volvió a una convocatoria del Barça hasta diciembre de 2024. A pesar de esto, no redebutó hasta el partido de Copa del Rey ante el Barbastro, en enero de 2025. A su retorno a los terrenos de juego, Pau Cubarsí e Iñigo Martínez se habían establecido como pareja titular en el medio de la zaga culé. Cuando Araujo jugó, quedó expuesto ante su falta de técnica y las dificultades que tuvo para adaptarse al sistema de Hansi Flick. No recuperó su lugar. Encima, su error en las semis de Champions ante el Inter afeó más su imagen.

Renovado hasta 2031 desde febrero, a pesar del culebrón con su posible marcha a la Juventus en el mercado invernal, vive un contexto complejo. Durante los primeros quince días de julio, tuvo una cláusula de rescisión de 65 millones de euros. Nadie la pagó y tampoco hubo acercamientos serios. De nuevo, es de 1.000 kilos. Sin embargo, su futuro sigue en el aire. A la entidad azulgrana le vendría bien un ingreso importante, aunque valora positivamente el perfil del charrúa. Flick y Deco cuentan con él, pero no se puede descartar un movimiento. El mercado dictará el desenlace final.