El Barça reacciona. Sigue con respiración asistida, con las constantes vitales muy dañadas, a la espera de un fármaco que resuelva todos sus problemas deportivos. Para los económicos no hay remedio a corto plazo. Las últimas victorias ante Osasuna y Alavés dan vida a un equipo con la autoestima muy baja y, sobre todo, a Joan Laporta, que busca un médico de garantías para sanar al enfermo.

El curso se le hará muy pesado al Barça. Al menos, la Liga. El Real Madrid, con sus ayudas habituales, ha puesto la directa y al equipo de Xavi solo le queda la Champions. En el mejor de los casos, podrá competirla, pelearla. Nadie espera un milagro en Montjuïc, pero Europa espera un Barça reconocible. 

Laporta está en manos de Deco, un director deportivo sin mirada cruyffista. De Deco se sabe que tiene carácter y que conoce el mercado sudamericano. Él gestionó el fichaje de Vitor Roque, más promesa que realidad, por quien el Barça ha pagado más de 60 millones de euros. También negoció el fichaje de Raphinha, entonces como representante del futbolista.

Deco debe buscar la pieza ideal para el Barça. Sabe que no puede fallar y sabe también que Laporta es un presidente presidencialista. Pep Guardiola, la opción más deseada por el máximo dirigente, no es posible. Tampoco Mikel Arteta, actual entrenador del Arsenal. A Laporta también le gustan técnicos alemanes como Flick y Nagelsmann y Deco ficharía a su amigo Motta. De momento, hay muchas más dudas que certezas.

Laporta insiste en que el nuevo entrenador del Barça debe asumir algunos principios básicos. Ya no habla de Cruyff sino de fútbol ofensivo. Jordi ya no está en el club y quien mete mano es Jorge Mendes, un representante al que se le han dado muchas prebendas. Contra las cuerdas, falta por ver la respuesta del máximo dirigente.

El Barça ha sido reconocible por un modelo en las últimas décadas. Un modelo que, como todo, ha quedado anticuado. Ahora toca renovarlo. Mejorarlo. Adaptarlo a los nuevos tiempos. Hoy, el fútbol es mucho más físico e intenso que hace tres décadas. En la mezcla perfecta estará la clave del éxito. Laporta debe atinar con su elección. El club está hecho unos zorros, con una deuda asfixiante, pero sabe también que si la pelota entra todo es más fácil.