El Barça destrozó al Real Madrid el día que fue más fiel a su modelo. Ni tan en su puesta en escena, pero sí en la apuesta por sus señas de identidad como posesión y presión. Con el partido a su favor, el equipo de Xavi Hernández se defendió de la mejor manera posible: con el balón. Y avanzada ya la segunda parte, encadenó 42 pases seguidos en un rondo espectacular.
Sentenciada ya la final, el Barça evitó que el Real Madrid creyera en el milagro. Para evitar sufrimientos absurdos, el Barça tuvo menos profundidad, pero no renunció a la pelota. Al contrario. La utilizó para desquiciar un poco más a su rival.
El Barça, con todo a su favor, tocó y tocó la pelota, con De Jong, Pedri y Gavi en el centro del campo. Fue una exhibición aplaudida por Xavi y que le recordó su etapa como futbolista, cuando se entendía a las mil maravillas con Iniesta y Messi.
El controlde la final
Xavi acabó satisfecho con la actuación de sus futbolistas, muy superiores de principios a fin. No hubo desconexiones ni bajadas de tensión. El Barça siempre tuvo controlada la final.
La victoria del domingo recordó otras del pasado, con Pep Guardiola como entrenador. El balón fue el gran aliado del Barça y el peor enemigo de un Madrid totalmente superado.
Cambio de ciclo
El rondo del domingo retrató la superioridad de un Barça con urgencias ante un Madrid que jugó menos tensionado. Ahora, es tiempo para soñar en el Camp Nou, donde anhelan un cambio de ciclo en el fútbol español.