Supercampeón. El Barça destrozó al Real Madrid en Riad y se ilusiona con un nuevo orden en el fútbol español. Con más deseo y fútbol, el equipo azulgrana fue muy superior al eterno rival y Xavi Hernández ya tiene un título en su currículo como entrenador del Barcelona. Gavi, el futbolista de moda, dio una lección magistral en Arabia Saudí y retrató la superioridad barcelonista ante un Madrid muy apagado. La Supercopa debe aportar calma a un Barça necesitado de autoestima y una gestión responsable tras un trienio horroroso. El título dará oxígeno a Laporta, que el pasado verano hipotecó muchos activos de la entidad para rescatarla de la depresión.
Xavi quería un Barça protagonista, ambicioso, dominador, pero más pragmático que habitualmente, consciente de que cada error ante el Real Madrid podía ser letal. Por un día, cambió el 4-3-3 por un sorprendente 4-2-3-1. El técnico pobló el centro del campo, junto las líneas, se agarró a Araujo para frenar a Vinicius y situó a Gavi como falso extremo.
El error de Rudiger
Arrancó el Barça con decisión, presionando muy arriba al Real Madrid y pudo marcar Araujo en una falta lanzada por Pedri. El defensa uruguayo se multiplicó en todas las facetas y le leyó la cartilla a Vinicius a los ocho minutos. Poco después, Lewandowski avisó en dos ocasiones al grupo de Ancelotti. En la segunda, Courtois desvió su remate al poste.
Atacaba con cabeza el Barça, superior en el centro del campo ante un Real Madrid que optaba por replegarse a la espera de su oportunidad. No parecía demasiado preocupado el equipo blanco, pero un error de Rudiger en la salida del balón le costó muy caro. Busquets se anticipó a Camavinga en una acción que culminó Gavi tras participación de Pedri, Dembelé y Lewandowski.
El segundo gol
El Real Madrid reaccionó tras el gol de Gavi, pero no tuvo muchas ideas. Muy ordenado e intenso, el Barça desactivó perfectamente a su rival y en una contra Gavi asistió a Lewandowski, que firmó el segundo tanto azulgrana al filo del descanso.
El Barça fue muy superior al Madrid en el primer acto. Fue mucho más clarividente Preocupado, Ancelotti intentó agitar a su equipo con la incorporación de Rodrygo por Camavinga, pero fue Dembelé quien pudo resolver la final de no haber topado con el pie providencial de Courtois.
Defenderse con la pelota
Desesperado, el Madrid intentó avanzar su presión, pero el Barça se defendió con la pelota, con Frenkie de Jong dando un auténtico recital, muy bien secundado por Busquets y Pedri.
Tan mal pintaba la final para el Madrid que Ancelotti sacrificó a Modric, muy apagado, lejos de su mejor forma, y dio entrada a Ceballos. El cambio no tuvo consecuencias. No se amilanó el Barça, que poco después liquidó la final con el gol de Pedri. El de Benzema, al final, fue una anécdota en una final de claro color azulgrana que puede iniciar un nuevo ciclo en el fútbol español.