Una cosa es saber sufrir y tener capacidad de resistencia. La otra, salvarse por los pelos de un batacazo. Este domingo el FC Barcelona consiguió en el Metropolitano una de aquellas victorias que pueden valer Ligas a final de temporada. Y aunque hay motivos para estar orgullosos, cierto es también que el equipo debe mejorar en muchos aspectos de cara a los próximos partidos.

El Barça, un muñeco de trapo

El Atlético dio la sensación de ser superior durante la mayor parte del partido, generando peligro en velocidad y siendo más contundente en la lucha por el dominio del centro del campo. Más allá de la primera media hora de partido y de un ratito de oxígeno en la segunda mitad, el FC Barcelona se vio superado por un Atlético que llegó a arrebatarle el balón en determinados momentos.

Los centrocampistas culés perdieron infinidad de duelos y balones controlados con pases erráticos. También los delanteros estuvieron espesos, tanto Ousmane Dembelé --certero en el gol, pero poco generador de juego--, como Ansu Fati, que pasó muy inadvertido y apenas logró generar peligro.

Ronald Araujo intenta proteger el arco tras el disparo de Griezmann / EFE

Ronald Araujo intenta proteger el arco tras el disparo de Griezmann / EFE

El FC Barcelona jugó con dos caras muy distintas frente al Atlético, aunque cierto es que pudo marcar más de un gol. El hecho de que los rojiblancos abriesen líneas para buscar la remontada, propició que se cambiasen los papeles y que, con la velocidad de jugadores como Pedri, Dembelé y Ansu, el equipo culé estuviese a punto de sentenciar el encuentro.

Falta de efectividad del Atlético

El caso es que en defensa se sufrió demasiado. Alejandro Balde vio cómo le ganaban la espalda en varias ocasiones en la banda izquierda, mientras que Christensen, Araujo y Koundé padecieron un vendaval de centros y combinaciones rápidas en los aledaños del área de Ter Stegen. Tuvieron que solucionarlo in extremis, aunque a veces fue el propio Atlético el que pecó de falta de acierto. Contra un equipo más inspirado, el resultado habría sido distinto.

Araujo llegó a salvar un gol en la misma línea de gol, cuando el árbitro ya estaba a punto de pitar el final. Y el Barça se marchó del Metropolitano con la sensación de haber conseguido una victoria agridulce. De las que se saborean mejor con el paso del tiempo, y que deben servir necesariamente para pulir aspectos y mejorar la contundencia en las áreas. Hay que disfrutar del triunfo, pero también reflexionar sobre cómo se dio. Todo ello, a falta de apenas unos días para disputar la Supercopa de España contra Betis, Real Madrid y Valencia.