El Barça está en crisis. Herido de muerte y con respiración asistida. El equipo de Xavi, pletórico hace un mes, agoniza de mala manera y Xavi no lo tendrá fácil para gestionar una caída tan sorprendente como frustrante. En el Bernabéu, el Real Madrid castigó la confusión barcelonista con una cómoda victoria que le sacó los colores al eterno rival. Su impotencia fue mayúscula, atenuada con el gol final de Ferran Torres, y dio la sensación de que el grupo de Ancelotti no quiso cebarse con sus miserias. Ni Pedri, el futbolista más solvente, tuvo una buena tarde el día que Kross retrató a Sergio Busquets, un capitán en horas bajas, muy bajas, como el Barça.
El Bernabéu se dio una fiesta. El Madrid fue muy superior a un Barça encogido, desconocido, desvalido. Cuatro días después de quedar virtualmente eliminado de la Champions, el equipo de Xavi perdió el liderato y credibilidad en la Liga, un escenario que dinamitó el nuevo proyecto de Joan Laporta. A golpe de palanca, el Barça encoge y pone en riesgo su futuro. El presente, de momento, es frustrante y las tensiones pueden subir de tono en los próximos días.
Xavi agitó bien al Barça para medirse al Real Madrid en el Bernabéu. Si esperada era la presencia de Koundé en el equipo titular, más sorprendentes fueron las apuestas por Sergi Roberto, Balde y Frenkie de Jong. Los otros siete elegidos fueron Ter Stegen, Eric, Sergio Busquets, Pedri, Raphinha, Lewandowski y Dembelé. Ancelotti, por su parte, alineó a Lunin; Carvajal, Militao, Alaba, Mendy; Kroos, Tchouameni, Modric; Valverde, Benzema y Vinicius.
El error de Busquets
El Barça comenzó con buenas sensaciones, tocando la pelota y amenazando a Lunin, pero una mala decisión de Sergio Busquets en la presión a Kross terminó con el primer gol madridista, marcado por Benzema tras salvar Ter Stegen un remate de Vinicius.
El gol tuvo un impacto negativo en el Barça, que perdía muchas pelotas fáciles y sus delanteros caían constantemente en fuera de juego. No se encontraba cómodo el equipo de Xavi hasta que apareció Raphinha para animar el partido pero su centro no lo supo culminar Lewandowski.
El segundo gol
Mediada la primera parte, el Barça se sacudió algunos complejos y el Real Madrid reculó. Pero las buenas vibraciones fueron efímeras. Le faltaba punch y pegada al grupo azulgrana, con un Pedri muy apagado. El grupo blanco apenas se inmutaba. No le importaba resguardarse en su campo, consciente de que tendría alguna opción a la contra. Y la tuvo pasada la media hora con un remate potente de Valverde desde la frontal del área que superó a Ter Stegen.
Las dudas del Barça contrastaban con la solvencia del Madrid. Busquets palidecía ante Kross en un duelo desigual que retrató la actual decadencia del capitán azulgrana. Sin convicción ni liderazgo, el equipo de Xavi no sabía cómo meterle mano a un Madrid muy pragmático.
Impotencia azulgrana
La segunda parte arrancó como terminó la primera, con un Madrid muy tranquilo, marcando el ritmo del partido y un Barça impotente, demasiado apocado, pasivo, inoperante. Y suerte tuvo el cuadro azulgrana de un gol anulado a Benzema por fuera de juego.
Con el partido controlado, el Madrid levantó el pie del acelerador para suerte del Barça, totalmente desorientado y deprimido, sin capacidad de rebelarse. Xavi sentó finalmente a Busquets y luego dio entrada a Alba, pero la reacción llegó con una galopada de Ansu Fati que remató plácidamente Ferran Torres.
La esperanza del Barça de meterse en el partido duró poco. Hasta el penalti de Eric a Rodrygo que transformó el mismo delantero madridista, que finiquitó un clásico que pudo terminar en goleada y que acabó con polémica. Y con la primera derrota, cruel, del Barça en una Liga que ahora se tiñe de blanco. Otra vez.