Mal partido del FC Barcelona en Milán. Mala actuación tanto del árbitro, Slavko Vincic, como del responsable del VAR, Pol van Boekel. Mala gestión del entrenador, Xavi Hernández, en sus planteamientos para ganar un encuentro trascendental de cara a mantener al Barça en Europa.
Superar la fase de grupos y llegar a los octavos de final de la Champions debería ser una obligación para el Barça. Es, además, una necesidad desde el punto de vista deportivo por una cuestión de prestigio del club, pero también en el plano económico para la generación de ingresos. No debe olvidarse que, sin las palancas de Joan Laporta, el Barça seguiría generando 200 millones de pérdidas anuales.
Nadie estuvo fino
Falló Dembelé en el Giuseppe Meazza, autor de 40 pérdidas de balón, responsable de una toma de decisiones del todo irresponsable, y culpable de desesperar a un Robert Lewandowski que a duras penas intervino en el juego. Falló, por ende, el crack polaco, incapaz de participar más en el juego, como fallaron Raphinha, desaparecido --aunque posiblemente no por culpa suya--, Gavi, Pedri --de los pocos que dejó destellos de magia por parte del bando culé--, o Sergio Busquets. Pero no fallaron solamente los jugadores. También falló el planteamiento del entrenador.
Xavi hizo una apuesta arriesgada. Quiso jugar a sorprender, a salir descaradamente al ataque para dominar el partido --como advirtió de manera muy clarividente en la previa del choque-- mediante un ofensivo 3-4-3. Pero no sorprendió tanto el dibujo, por todos esperado debido a sus propias insinuaciones en sala de prensa, sino la forma en que lo propuso.
Sorpresa posicional con Alonso y Roberto
El egarense apostó por Marcos Alonso, pero curiosamente el madrileño --que solo ha jugado en Múnich y Milán, con lo que cuenta sus partidos por derrotas-- no se quedó atrás formando la línea de tres centrales sino que subió alegremente al ataque mientras era Sergi Roberto, desde banda derecha, quien se quedaba posicionalmente más retrasado junto a Éric García y Christensen. Primera sorpresa negativa y que no dio resultado.
Peor fue la segunda. En esa línea de 3-4-3, Xavi no apostó por dos extremos puros abiertos, ya que por la izquierda también subía Marcos Alonso, y decidió poner a Raphinha de interior alto o mediapunta junto a Gavi, algo que no cuajó en ningún momento. En primer lugar sorprendía que Raphinha no estuviese en banda derecha y fuese Dembelé el elegido para ese costado. Pero, especialmente, sorprendía que el brasileño tampoco estuviese anclado a la banda izquierda para, al menos, buscar abrir el campo con velocidad y poner centros a Lewandowski.
Raphinha, desubicado
Raphinha fue el gran damnificado por el nuevo sistema de Xavi, que podría haber sido más efectivo si los tres de arriba hubiesen mantenido sus posiciones habituales --Dembelé por la izquierda y Raphinha por la derecha-- y los de atrás hubiesen formado con sentido: Pedri y Gavi de interiores, Busquets y Roberto en un doble pivote más defensivo, y Marcos Alonso, Christensen y Éric García en la línea de tres centrales.
El entrenador pudo corregirlo tras los primeros 45 minutos, que terminaron con el batacazo del gol del Inter en contra. En ese momento, durante el descanso, Xavi podía revolucionar el sistema buscando una mejoría. Y movió algunas posiciones, como la de Alonso, que fue retrasado. Pero se mantuvo Dembelé en banda derecha y Raphinha en la izquierda, igual de insípidos. No fue hasta pasados casi 15 minutos del primer tiempo cuando Xavi decidió cambiarlos de banda. Y fue por izquierda cuando Dembelé generó su ocasión más clara, estrellada en el palo.
El error final de Xavi
Xavi, que había encontrado la fórmula, volvió a equivocarse. Una vez hecho ese movimiento y generada la mejor opción de peligro, el técnico introdujo cambios: entró Ansu Fati al terreno de juego en lugar de Raphinha. El brasileño no pudo demostrar nada porque no jugó ni cinco minutos en su posición real. Y Dembelé, que carburaba mejor por izquierda, tuvo que volver a la derecha para generar hueco a Ansu Fati.
El Barça mantuvo la ofensiva de manera persistente. Trató de generar espacios y peligro, pero costaba mucho ante un sistema excesivamente defensivo del Inter, con cinco defensas. Sin a penas poder intervenir Lewandowski y con solamente dos cambios relativamente ofensivos --Ansu y Balde por Raphinha y Alonso--, más la intentona final de meter a Kessié por Gavi, el equipo azulgrana naufragó en Milán. Dembelé terminó el partido en banda derecha y jugó los 99 minutos pese a estar negado. No fue el mejor día de Xavi.