Gerard Piqué está tocado. Muy tocado. Vive sus horas más bajas como futbolista. Más allá de los problemas físicos que arrastra de la pasada temporada, el defensa sabe que esta temporada lo tendrá muy difícil para jugar en el Barça tras la reunión que mantuvo con Xavi Hernández en la que el técnico le comunicó que no sería una pieza básica del equipo.
De titular indiscutible a futbolista sentenciado. La pasada temporada comenzó bien pero acabó muy mal para Piqué, protagonista de varias polémicas y diezmado por sus problemas físicos.
La reunión con Xavi
En una reunión muy tensa, Xavi le comunicó que no contaba con él. Le recomendó incluso que se buscara otro equipo, pero Piqué se negó a irse del Barça.
Xavi le expresó su preocupación por su estado físico y su malestar por su vida privada y sus actividades extradeportivas. También le pidió que aceptara una rebaja salarial para seguir en el Barça.
El compromiso de Piqué
Piqué respondió que no pensaba irse del Barça. Aceptó el reto de ponerse en forma y asumió que se centraría en el fútbol. También se mostró dispuesto a bajarse el salario, aunque sin concretar nada.
El defensa barcelonés quedó muy debilitado. Ya no es el futbolista bromista de otras temporadas. Es un Piqué de perfil bajo, discreto, alejado de los focos mediáticos, como pudo verse en la presentación del equipo de esta temporada antes del partido contra los Pumas, en el Gamper.
La derrota contra el Bayern
Piqué todavía tiene dos años de contrato y, como mínimo, quiere jugar esta temporada. Hace dos años, tras la hecatombe contra el Bayern en la Champions (2-8), dijo que estaba dispuesto a dar un paso al frente si el club quería prescindir de él. Ahora, sin embargo, tiene el reto de revertir una situación muy delicada, agravada con los fichajes de Christensen y Koundé. Durante el Gamper, estuvo serio. Muy serio y apagado.