El Barça sobrevive en Europa. Eliminado de la Copa del Rey, derrotado por el Real Madrid en la Supercopa y a 15 puntos del líder en la Liga, el grupo azulgrana estuvo contra las cuerdas ante el Nápoles, pero un penalti transformado por Ferran Torres evitó otra noche negra. Intermitente, generoso en el esfuerzo pero torpe en la definición, el Barça tendrá que ganar en el Estadio Diego Armando Maradona para soñar con un título que hubiera despreciado hace unos meses pero que ahora necesita como tabla de salvación. A falta de Messi, la hinchada culé se agarra ahora a Luuk de Jong, símbolo de los malos tiempos que se viven en el Camp Nou. A falta de fútobl, el equipo tira de orgullo.

Xavi anunció que había llegado la hora de los cambios y las rotaciones cuando el miércoles le preguntaron si Sergio Busquets necesitaba un descanso. Y, contra el Nápoles, prescindió del capitán del Barça, relevado por Nico, un futbolista multiusos que aporta criterio y descaro. Más sorprendente fue la ausencia de Dest, que ni tan siquiera es titular en Europa --Alves no fue inscrito--, en beneficio de Mingueza, un futbolista que suele hacer buenos a los delanteros rivales. En ataque, Aubameyang entró por Gavi, pero hay males endémicos que no parecen tener una pronta solución.

Un Barça intenso y acelerado

El Barça salió con mucha intensidad, un punto acelerado y con la presión alta, obsesionado con asfixiar a un Nápoles bien dotado técnicamente. El equipo de Luciano Spalletti, más pausado y obsesionado con minimizar la explosividad de Adama, amenazaba con Insigne, un futbolista de pierna suave con muchas batallas, y Osimhen, mucho más rápido y eléctrico.

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El polaco Zielinski marca el 0-1 para el Nápoles en el Camp Nou / EFE

Pedri y Nico, dos jóvenes que simbolizan la renovación del Barça, tuvieron las primeras ocasiones para el equipo de Xavi, mientras que el Nápoles, muy bien trabajado tácticamente y con más criterio, golpeó primero, con el gol de Zielinski en el minuto 28.

Más corazón que ideas

El gol dejó secuelas en un Barça con más corazón que ideas, con un Frenkie de Jong poco inspirado en la sala de máquinas, sin pegada, una fotocopia horrible del equipo que no hace tanto sembraba el pánico en Europa. Hoy, el grupo azulgrana busca una nueva identidad, sufridor y acomplejado desde el día que el Bayern le sacó los colores en Lisboa.

adama pugna por el control del balón con Koulibaly

Adama pugna por el control del balón con Koulialy / EFE

Xavi no tocó el equipo en el descanso ante un Nápoles que retrocedió bastantes metros y tenía más problemas para dar continuidad al juego posicional. Adama, impotente en la primera parte, se alejó de la banda ante un rival que se encomendaba a Osimhen para replicar las embestidas locales.

Ferran marca de penalti

La perseverancia del Barça tuvo premio con unas inocentes manos de Juan Jesús dentro del área napolitana. Ferran Torres, a quien todavía le falta una marcha y mucha puntería, asumió la responsabilidad y batió a Meret.

Ferran Torres engaña a Meret y empata para el Barça



Ferran Torres engaña a Meret y, de penalti, marca el 1-1 / EFE

El Barça, con un punto de fortuna en la acción del penalti, neutralizó el gol inicial de un Nápoles que apenas espabiló tras el empate. Envalentonado, Xavi se la jugó con Sergio Busquets, Gavi y Dembelé, mucho más pitado que aplaudido por la afición barcelonista, por Frenkie de Jong, Nico y Adama. En los últimos compases también entró Luuk de Jong, ovacionado por los servicios prestados, pero sin gol milagroso. El empate, a base de orgullo, mantiene vivo al Barça, que no es poco, en Europa.