Sonrisas y lágrimas en el estadio de Balaídos. El FC Barcelona ha dejado pasar la oportunidad de sumar sus primeros tres puntos como visitante en la Liga, después de empatar un compromiso que tenía en sus manos (3-3) contra el Celta de Vigo. Los azulgranas tuvieron tramos de mucha solidez ante los intentos de presión del equipo contrario, sobre todo por los mecanismos que mostraron en salida de balón. En esos momentos de superioridad, los protagonistas fueron Ansu Fati y Nico González, quienes hicieron muchísimo daño a la defensa del elenco de Coudet. Pero sus respectivas lesiones fueron mermando a los culés, a tal punto que no pudieron frenar el impulso de sus rivales en la segunda mitad. Otro desastre descomunal de un conjunto que ha motrado nuevamente tener una barbilla de cristal ante el más mínimo síntoma de complicaciones.
El técnico interino decidió apostar por el siguiente once para el enfrentamiento que se disputó en suelo vigués: Ter Stegen; Óscar Mingueza, Éric García, Clement Lenglet, Jordi Alba; Sergio Busquets, Nico González, Frenkie de Jong; Gavi, Ansu Fati y Memphis.
Trituradora en ataque
El enfrentamiento comenzó con un tremendo susto por la ocasión clara que tuvo Iago Aspas. La leyenda de Balaídos recibió un pase peligroso, que lo dejó totalmente en ventaja para ir en dirección a Ter Stegen; sin embargo, su definición no fue a la portería. Una jugada que tomó por sorpresa a la dupla de centrales culés, sobre todo por la pésima colocación ante esa situación.
A pesar de recibir ese importante aviso del Celta, los dirigidos por Sergi Barjuan lograron responder contundentemente. El gol del Barça arribaría en el minuto a través de una genialidad de Ansu Fati, tras recibir el esférico en el sector izquierdo y encarar a su marcador. La acción culminó con un disparo excepcional que fue inesperado por el guardameta contrario. Nuevamente el canterano siendo fundamental para los suyos.
El disparo de Ansu Fati, en el Celta-Barça / EFE
La alegría del FC Barcelona contagió por completo al equipo, a tal punto que empezaron gestionar de mejor forma sus posesiones de balón. La segunda anotación llegó por inercia propia, especialmente por una magnífica jugada de Nico González en el minuto 18. El joven mediocampista se movió como Andrés Iniesta en los metros finales y asistió a un Busquets que apareció en la frontal para disparar con mucha precisión. El derechazo del capitán fue inatajable para Dituro. Esa jugada esbozó una sonrisa en el técnico interino azulgrana.
Como era de esperarse, los pupilos de Eduardo Coudet intentaron por revertir la dinámica a su favor. Empezaron a controlar un poco más la posesión e incluso intimidaron a través de la pelota parada en una ocasión que pasó cerca del arco del portero alemán. No obstante, el Barça volvió a mostrar fluidez en campo contrario con la figura de Nico González; el canterano comandó la jugada con mucha velocidad por su conducción, para posteriormente ceder el esférico a un Jordi Alba que mandó un centro medido a Memphis Depay. El neerlandés agitó las redes por segunda jornada en fila.
Busquets, capitán del Barça, celebra su golazo contra el Celta de Vigo / EFE
Lamentablemente no todo fue felicidad para los culés. En el tramo final de la primera parte salió lesionado Ansu Fati, después de haber realizado una carrera hacia el espacio. El delantero, que abrió la lata en Balaídos, se sentó directamente por las molestias en los isquiotibiales del muslo izquierdo. Una triste manera de cerrar unos primeros 45 minutos avasallantes del cuadro catalán.
Sufriendo como siempre
La segunda mitad empezó con un guión totalmente diferente, con un Celta de Vigo mostrando una cara más reconocible. Sus ataques comenzaron a ser más verticales y punzantes, aunque la anotación del descuento llegó por una equivocación de Ter Stegen. El portero del Barça no calculó correctamente un centro del rival y el balón quedó servido dentro del área para que anotara cómodamente Iago Aspas en el minuto 51.
Los males del FC Barcelona volvieron a golpear en un momento incómodo en el enfrentamiento. En esta oportunidad sería Nico González el que pediría el cambio por sentir una molestia tras una gran jugada individual. Sin dudas, los problemas en la preparación física de los futbolistas siguen azotando fuertemente al proyecto de Joan Laporta.
El cabezazo goleador de Nolito, en el Celta-Barça / EFE
Esas situaciones fueron mermando el juego del equipo de Sergi Barjuan. No tuvieron la misma continuidad en campo contrario y sufrieron con más frecuencia los ataques de los rivales. En ese sentido, la línea defensiva no gozó de su mejor presentación. Ni Lenglet ni Mingueza pudieron controlar a los ataques del cuadro vigués. Justamente esa endeble defensa permitió que Nolito cabeceara el segundo de los suyos, metiendo miedo en el cuerpo de los culés.
Durante el tramo final se dieron ocasiones de lado a lado. Los azulgranas pudieron rematar el partido por varios contragolpes prometedores, pero los nervios se apoderaron de los jugadores en los últimos metros. Eso permitió que el Celta de Vigo aprovechara la oportunidad para anotar el gol del empate, justamente en los segundos finales del encuentro. La anotación fue cortesía de Iago Aspas, que selló la horrible segunda parte del FC Barcelona. Un partido que tenía en sus manos y que dejó escapar