Septiembre siempre ha sido un mes difícil de digerir y que, a menudo, es sinónimo de cambios. Vuelta a las aulas, las facultades o a las oficinas, pero nada es lo mismo que el septiembre anterior. Para Óscar Mingueza la incorporación a este nuevo curso no está siendo nada sencilla. Mismo equipo, mismo estadio, misma elástica y mismos vestuarios. Pero las sensaciones distan mucho de las de la temporada pasada.
Óscar Mingueza en un partido del Barça / EFE
La extraordinaria situación que se encontró Koeman al aterrizar en can Barça la pasada temporada le hizo echar mano de jugadores vírgenes y sin experiencia en el primer equipo. Algunos respondieron con pulso y valentía ante tal desafío. Fue el caso de Óscar Mingueza. El de Santa Perpètua respondió con creces a la carta de invitación que el holandés le ofreció para asistir al baile del primer equipo.
Desde que debutara en Kiev en un partido de Champions el 24 de noviembre, Mingueza llegó a disputar 2796 minutos en 39 partidos jugados ocupando el centro de la zaga y la posición de lateral derecho. Se convirtió rápidamente en un recurso muy útil para Koeman que no dudó en llamarle a filas ante contiendas de artillería pesada.
Comienzo difícil
La situación es ahora diferente para Mingueza. Las lesiones, la incorporación de Éric García, el estado de forma de Araujo o la jerarquía de Piqué han hecho que este comienzo de temporada se haya convertido en un campo minado para el canterano.
El dolor de Óscar Mingueza tras la lesión ante Egipto / Redes
Después de regresar de la lesión muscular que se produjo en los JJOO, el defensa canterano tan solo ha disputado 78 minutos en 3 partidos. En los tres partió desde la banqueta y tuvo que ingresar en el campo para substituir a compañeros lesionados o para jugar minutos intrascendentes.
El ímpetu y las ganas de los jóvenes
Mingueza representa como nadie las ganas, el ímpetu y el coraje que le aporta al equipo la poca vitalidad que le queda. Ante el Granada, junto a Araujo, que fue la estrella, fue de los pocos que aportó vigor y frescura al equipo con sus internadas y centros desde el flanco derecho. Su gol al Real Madrid la temporada pasada hizo que los culés le guardaran un lugar especial en esa sala VIP a la que tienen acceso directo aquellos jugadores que le perforan la red del eterno rival.
Solo la juventud mantiene a flote un barco en donde la veteranía parece haber dimitido y son los adolescentes los que, sin tiempo para madurar, deberán ejercer de adultos si quieren rescatar al club en el que soñaron jugaron y que ahora anda a la deriva. Bien hará Koeman de recuperar a un jugador cuya tenacidad y determinación serán claves para afrontar una temporada que se antoja sísmica.