El FC Barcelona disputará la jornada 38 sin ninguna opción de conseguir el título liguero. La lamentable derrota de los culés en manos del Celta de Vigo (1-2) pone la guinda a un final de temporada nefasto. Los jugadores están abatidos y Ronald Koeman no los ha sabido motivar en los momentos decisivos.
El resultado en el descanso fue injusto viendo la actuación de la primera parte. Los culés tuvieron un carrusel de ocasiones, sobre todo en los pies de Leo Messi, que consiguió abrir la lata con un gran tanto de cabeza en el minuto 27. En el 38, Santi Mina igualaba el encuentro en el primer y único disparo del primer tiempo.
En el descanso, Koeman quiso avivar el equipo y dio entrada a Riqui Puig en lugar de Pedri González. El equipo ganó en dinamismo y ritmo. El canterano, mucho más ofensivo que el canario, mostró su desparpajo liderando las ofensivas azulgranas en los primeros minutos del segundo tiempo.
Riqui Puig lamentando el segundo gol del Celta / EFE
Incluso el neerlandés cambió de sistema. En el 63, entró Sergiño Dest por Gerard Piqué y se pasaba del 3-5-2 a un 4-3-3. Una clara declaración de intenciones, que perdió el sentido viendo la doble sustitución en el minuto 70. A partir de ese momento, el partido cambió de dueño y era el Celta de Vigo quien tenía las ocasiones más claras.
Trincao y Braithwaite, insuficientes
Incomprensiblemente, Koeman quiso ir a buscar la victoria en el minuto 70 sacando del césped a dos de los jugadores que mejor han rendido en los últimos partidos: Antoine Griezmann y Ousmane Dembelé. Dos jugadores con clase, capaces de cambiar el rumbo del partido en cualquier momento, dejaron su lugar a Francisco Trincao y Martin Braithwaite.
Tanto el portugués como el danés están en un estado de forma --y mental--muy bajo, testimoniales en los últimos partidos de los culés. Entraron para cambiar las cosas ofensivamente y no fue el caso. Pocas ocasiones en los 20 minutos que estuvieron sobre el césped.
Dembelé lamentando una ocasión contra el Celta de Vigo / EFE
Este cambio tuvo un claro efecto negativo en los jugadores, decididos a ir a por el partido, que vieron como el mensaje que llegaba desde el banquillo no se terminaba de entender. Este fue el triste final del Barça a una Liga que han tirado por la borda en los partidos decisivos de la temporada.
Pjanic, la guinda
Por si fuera poco, finalmente --en el minuto 86-- entró Miralem Pjanic por Ilaix Moriba. El bosnio no jugaba un partido desde el 10 de marzo, cuando los culés empataron contra el PSG en la Champions League (1-1). Mensaje claro a los jugadores de que ya no había ninguna opción a reaccionar.