La temporada del Barça de Koeman está siendo una completa montaña rusa, sobre todo en Liga. Los culés protagonizaron un inicio aterrador. En Navidad, estaban más cerca del descenso que del liderato. No obstante, consiguieron reengancharse a la lucha por el título gracias a un inicio de 2021 prácticamente perfecto.
Esto, sumado a los constantes pinchazos de Atlético y Real Madrid, dejó a los blaugrana a pocos puntos de conseguir el liderato. Además, los catalanes contaban también con el empuje de haber conseguido la Copa del Rey. Parecía que el doblete estaba más cerca. Los jugadores se lo creían, y la química dentro del vestuario era cada vez mayor.
Incluso el capitán Leo Messi, cada vez más implicado pese a las dudas con su futuro, organizó un asado en su casa que debía servir como conjura de cara al final de temporada. No obstante, provocó un efecto totalmente contrario. La conjura en casa del rosarino trajo la hecatombe en el Barcelona.
Malos resultados, malas sensaciones
Messi organizó una reunión para hacer piña con los compañeros, antes de los cuatro partidos finales que se preveían decisivos para levantar la Liga. Los culés confiaban en que si ganaban los cuatro enfrentamientos que les faltaban, serían campeones. No obstante, esta conjura provocó un efecto completamente contrario.
Pocos días después, los culés no dieron la talla en el trascendental choque ante el Atlético de Madrid. Un empate que comportó que dejasen de depender de ellos mismos para levantar el título. Una situación que se agravó todavía más cuando, una semana más tarde, se dejaron remontar contra el Levante y se bajaron definitivamente del tren de la Liga. Dejaron escapar cuatro puntos decisivos de los seis posibles, en el peor momento de la temporada.
Leo Messi y De Jong, lamentando el empate contra el Levante | EFE
No obstante, más allá de los resultados, el gran problema reside en que esta conjura hizo que volviese la peor cara del Barça a nivel de juego. Exhaustos, sin ideas, sin eficacia de cara a portería y sobre todo con evidentes carencias en defensa, los blaugrana dejaron escapar el título. Pasaron de la euforia a la desesperación en días.
El asado de Messi no pudo salir peor al capitán. Más allá de los expedientes disciplinarios abiertos por la Liga y la Generalitat, y las posibles sanciones que pueden conllevar; el argentino no pudo reforzar su papel de líder. Su decisión, en lugar de sacar lo mejor de sus compañeros, les hizo regresar al conformismo, y a creerse que estaba todo ya decidido. Se confiaron, y lo han acabado pagando.