El FC Barcelona de Ronald Koeman ha tenido el mismo problema durante toda la temporada: se han generado muchas ocasiones y el premio ha sido muy poco. Eso no ha sucedido al revés. Los rivales tienen que provocar pocas ocasiones para conseguir superar a Marc-André Ter Stegen y su defensa.
El partido contra el Granada fue un ejemplo de ello (1-2). Leo Messi abrió la lata muy temprano y dos acciones puntuales, precedidas de dos errores defensivos, terminó con los goles de los andaluces: Darwin Machis y Jorge Molina. Otro partido que los culés tiran por falta de puntería.
Leo Messi contra el Granada / EFE
Y es que el Barça llegó a disparar hasta 15 ocasiones a portería, solo cuatro de ellas entre los tres palos. En la primera parte y a principios de la segunda se crearon ocasiones suficientes para sentenciar el encuentro, pero volvió a faltar ese “rendimiento” del que tanto se queja Ronald Koeman.
Ocasiones desperdiciadas
Messi puso el primero gol en el marcador después de una gran conexión con Antoine Griezmann en el minuto 23. Pocos minutos después tuvo la sentencia con un mano a mano contra el portero del Granada, pero su disparo salió desviado. Los andaluces no transmitían sensación de peligro y todo apuntaba que el segundo terminaría cayendo.
A principios de la segunda parte, las ocasiones siguieron siendo por parte de los culés. El delantero francés tuvo un disparo claro con la derecha dentro del área, pero incomprensiblemente la mandó fuera de la portería. Una acción que, teniendo en cuenta el rol que debería de asumir, tendría que ir hacia adentro.
Griezmann en una acción contra el Granada / EFE
Incluso Sergi Roberto tuvo el gol en sus botas. Una gran acción de Jordi Alba en la banda izquierda terminó con un centro pasado al segundo palo. Allí entraba el lateral de Reus, que quiso asegurar con el interior del pie derecho, pero no lo consiguió. El esférico salió por encima de la escuadra.
En la segunda parte vimos al Barça más impotente. Messi lo intentaba, pero no pudo pasar entre la telaraña que había tejido el Granada. Solo faltas lejanas e intentos de crear superioridad fallidos. Su desesperación era evidente y los compañeros tampoco le ayudaban.
Tampoco tuvo trascendencia Ousmane Dembelé. El extremo entró después del primer gol del empate, en el minuto 72, y apenas apareció. Firmó un par de ocasiones en la banda derecha con sus típicos recortes, pero los centros terminaron sin rematador. Salió descentrado y precipitado.
Dembelé en una acción contra el Granada / FC Barcelona
Los chicos de Ronald Koeman deberán mejorar su puntería si quieren seguir teniendo opciones de levantar el título de Liga. Quedan cinco finales, todas ellas de suma importancia y donde abrir la lata tendrá su peso en oro. El domingo juegan en Mestalla contra el Valencia, otro hueso duro de roer que no lo pondrá nada fácil.