La gran diferencia entre las dos partes de la final de la Copa del Rey fue el famoso “rendimiento” del que siempre habla Ronald Koeman. En el primer tiempo los culés fueron muy superiores con el balón --un 81% de posesión-- pero no se dieron ocasiones muy claras.
Tras el descanso, el cuerpo técnico decidió seguir con la misma tónica y esperar a que llegaran los resultados. Y así sucedió. Los primeros minutos del segundo tiempo ya auguraban que el gol terminaría cayendo. En el minuto 47, Sergiño Dest le cedió un buen balón a Antoine Griezmann para que este la empujara, pero apareció Unai Simón.
De Jong celebrando el gol con Griezmann y Messi / EFE
Cinco minutos después se volvían a suceder las ocasiones. Pedri González desde la frontal disparó bien a la base del palo, pero volvió el portero. Un minuto después, tras el disparo del córner, Sergio Busquets volvió a tener un remate muy claro. Otra vez el arquero vasco intervino.
Y goleada
Después de estas tres ocasiones clarísimas a modo de aviso, se sucedieron los goles. La gasolina a los leones les duró hasta la hora de juego. Antoine Griezmann no falló en la segunda ocasión que tuvo clara de cara a gol a pase de Frenkie de Jong. Luego sería el neerlandés quien remataría de cabeza un centro lateral de Jordi Alba.
Pero el gran gol del partido fue de Leo Messi. Después de dos minutos en los que el equipo hizo un rondo gigante por todo el campo, el balón terminó en una combinación entre el 21 y 10. El argentino recortó dentro del área y superó a Unai Simón con una sutileza pasmosa. Gol puro estilo Barça.
Y el último también fue marca de la casa. Jordi Alba ganaba la línea de fondo, le dejaba atrás al capitán, ocasión que casi nunca falla. Sin apenas disparar, sino haciendo un pase a la red, la colocó lejos del alcance del portero. Otra conexión de los dos zurdos. La persistencia tuvo premio y, después de una primera parte con pocas ocasiones, lluvia de goles.