Ousmane Dembelé está siendo sin duda una de las grandes noticias del Barça en este inicio de temporada. En el barcelonismo por fin se está respirando cierto optimismo por un jugador por el que se pagaron 130 millones de euros, y que de momento no ha dejado de devaluarse. Parece que, por fin, las lesiones le están respetando, y está siendo capaz de demostrar por qué la cúpula azulgrana hizo tal inversión por él. Regates, velocidad, dominio de ambas piernas, gran definición de cara a portería y cada vez más confianza lo están convirtiendo en un arma determinante para el ataque culé.
El atacante francés lleva este curso ya 20 partidos disputados, con incluso tres prórrogas incluídas. Un dato sorprendente teniendo en cuenta su historial. Está consiguiendo regularidad, y esto le está permitiendo también entenderse cada vez mejor con sus compañeros y ser decisivo en el apartado goleador. El Mosquito está en su mejor promedio goleador desde que es profesional. Con Koeman en el equipo, el francés está en 0,36 goles por partido jugado, algo por encima del promedio que consiguió en su segundo año, con Ernesto Valverde.
Dembelé, celebrando su gol ante Ferencvaros | FCB
No obstante, lo más sorprendente es que la mitad de los goles que lleva los ha anotado saliendo del banquillo. Se está convirtiendo en el revulsivo perfecto. Su velocidad y su desequilibrio lo convierten en un futbolista clave de cara a aprovechar el cansancio de las defensas rivales en las segundas partes. Es el suplente que más goles ha metido, por delante de Messi (2) y Pedri, Riqui y Griezmann (1). El mejor revulsivo culé que hace dudar al técnico holandés si quizá, lo mejor para el equipo no es que sea titular cada choque, sino que ayude a sus compañeros desde el banquillo.
Más ganas que acierto
Y es que en los últimos enfrentamientos en los que ha sido titular indiscutible, se le ha visto comprometido y con ganas, pero poco acertado. En las primeras partes, los rivales acostumbran a planificar una muralla defensiva contra el Barça para evitar por encima de todo recibir goles rápido.
En este contexto, y ante defensas cerradas, es evidente que Dembelé no puede explotar al máximo sus características. Lo ha intentado, ofreciéndose constantemente e intentado encarar; pero lo ha hecho con más voluntad que acierto. Es más que visible que el ex del Dortmund ha hecho un cambio de chip importante este año, y le está beneficiando a nivel goleador también.
Dembelé, en el partido contra el Cornellà | EFE
El atacante galo está ante una temporada clave en su carrera, y es consciente. Su contrato finaliza en verano de 2022, y en el FC Barcelona quieren atarlo para evitar a toda costa que entre a su último año sin haber decidido su futuro. En cambio, Dembelé de momento no tiene prisa. El próximo verano será clave. O acepta la renovación, o es probable que en el club blaugrana intenten venderlo para socorrer también su compleja situación económica.